“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

domingo, 28 de noviembre de 2010

Corona de Adviento: Primer domingo

La promesa de salvación.


Para empezar:
+ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 3:

Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio al pensar que podían saber más que Dios y hacer lo que Él había prohibido. Así comenzó el pecado en el mundo y todo se volvió obscuridad para el hombre, pues el pecado nos aleja de Dios. Pero Dios prometió enviarnos a un Salvador.

Vela:
Se enciende la primera vela, que es la vela del arrepentimiento. El color de la vela nos recuerda que es un tiempo de penitencia, de conversión.

Oración:
Que esta corona nos ayude a preparar los corazones de cada uno de los que formamos la familia para tu llegada el día de Navidad.
Te lo pedimos, Señor.

Para terminar:
Te damos gracias, Señor, por mandarnos a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda para preparar nuestro corazón a la venida de Cristo.
Amén.

Cantar:
Se puede concluir con una canción que todos conozcan. Se sugiere "Ven, ven, Señor, no tardes".

Ven, Ven Señor, no tardes
Ven, ven que te esperamos
Ven, ven Señor, no tardes
Ven, pronto Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.

1er Domingo de Adviento 2010

Primera Lectura: Is 2, 1-5
Salmo: 121
Segunda Lectura: Rm 13, 11-14
Evangelio: Mt 24, 37-44



¡Ven Señor Jesús!

Empezamos un nuevo año litúrgico, esta vez se trata del Ciclo A. El Adviento es el tiempo que los cristianos dedicamos con mayor énfasis a la preparación de dos cosas. La primera es la conmemoración de la llegada histórica de Jesús, es decir, el nacimiento de Cristo, que aunque los datos históricos nos revelan que muy probablemente dicho acontecimiento sucedió en primavera y al rededor de cuatro años antes de lo calculado, hoy los celebramos el 25 de diciembre. La segunda consiste en el recuerdo de la importancia que tiene para todos nosotros prepararnos para la vuelta de nuestro Señor Jesucristo con plena gloria para juzgar a vivos y muertos, tal como dice nuestro credo, en el día del Juicio Final.

Situación por la que nos es muy propio el color morado que durante este tiempo usa la Iglesia y el ambiente que éste propicia. Es la penitencia, la oración y la reflexión personal acerca del sentido que le hemos dado a nuestra vida. Pero también, a diferencia de la Cuaresma, nos invita al gozo y alegría porque sabemos que nos preparamos para recibir a Cristo en el Corazón, y participamos de dichos sentimientos con más fuerza hasta que encontramos su clímax en las posadas (16-24 de diciembre), la Noche Buena, la celebración de la Navidad misma, el año nuevo civil y la epifanía. Fiestas todas ellas en donde regularmente despiertan los sentimientos de fraternidad entre el género humano e ilusionan mucho a los pequeñines.

Este domingo la Iglesia nos invita a regresar a la Casa del Señor y así poder gozar de absoluta paz, esa paz que sólo puede habitar en el corazón cristiano y que nadie más sabe a qué nos referimos hasta que la experimenta. Se nos recuerda la importancia de seguir las enseñanzas que a través de la Revelación (Biblia y Tradición) nos da el Señor recomendándonos las acciones a realizar para tener una mejor vida, tanto en el aspecto físico como en el espiritual.

Luego viene precisamente la enseñanza de la importancia de la paz en el mundo y la labor que como cristianos nos corresponde realizar para obtenerla. La Iglesia es la nueva Jerusalén, y todos desde el Papa hasta el más humilde de los laicos somos parte de esa comunidad que Cristo fundó. Por eso, cuando aparentemente rezamos por la paz de Israel en el Salmo, realmente lo estamos haciendo por todos los cristianos del mundo. Es aquí donde debemos ser bien sinceros con nuestra fe y realizar buenas obras.

Obras que recomendablemente sean las de Misericordia pero también aquellas que nos obliguen a enfrentarnos a nuestros propios temores y frustraciones. Si por ejemplo eres un homosexual eclesiofóbico y ni siquiera toleras el hecho de que te hablen de algún sacerdote u obispo e incluso lo calificas de pedófilo sin siquiera conocerlo, por lo que tu prejuicio es infundado, entonces, y en virtud de desear ser un mejor humano, harías tu prejuicio al lado y te esforzararías por conocer mejor a la Iglesia, aunque no estés totalmente de acuerdo con lo que como institución realiza.

Pero también si eres un católico homófobo y precalificas al homosexual o la lesbiana como pecadores desviados que no merecen ni que les dirijas la mirada, e incluso los acusas de tener enfermedades de transmisión sexual, sin que eso sea cierto; entonces, y en virtud de ser un mejor humano y un mejor cristiano, es tu deber y resposabilidad alejar tu prejuicio y acercarte a conocer a esa persona. De esa forma estaríamos contribuyendo todos al establecimiento de la paz en toda la Tierra. Recordemos que como dice el refrán: "el bueno juez por su casa empieza". No se puede decir que se respeta a algo o alguien sin siquiera conocerlo.

Este trabajar constantemente en la edificación del Reino de Dios con nuestras buenas obras apoyándonos en nuestra sincera Fe es la tarea que tenemos los cristianos de todas las denominaciones, pero especialmente los católicos por cuanto tenemos mayor responsabilidad ante la humanidad debido a que somos una institución bimilenaria y se han cometido muchos y variados errores a lo largo de la historia.

Por eso debemos estar alertas a nuestros juicios, dichos y hechos. Y es precisamente la advertencia e invitación que nos hace Jesús en el Evangelio. Durante casi dos mil años hemos esperado la segunda venida de Jesús al mundo, y con tanto tiempo ahora lo vemos como una fecha muy incierta, y realmente lo es porque "nadie conoce el día ni la hora, ni siquiera el Hijo del Hombre". Pero el hecho de que la hora del Juicio Final sea incierta no significa que debamos relajarnos y actuar como si no hubiera ni Dios, ni Virgen María ni santos y santas.

Como gays y católicos nuestra tarea es doble y además doblemente difícil, pero si ponemos de nuestra parte y predicamos con el ejemplo será más fácil que todos los católicos y los que no lo son, sin importar su orientación sexual recuerden que el Reino de Dios empieza en nuestros corazones y actúen según esa creencia. Así será hasta lógico, que cuando el sentido cristiano abarque la totalidad de la Iglesia y nos olvidemos de tendencias políticas y los formulismos religiosos pasen a segundo plano, los derechos LGBTI empiecen a ser respetados por la institución.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Curas gays?

Como si no todos lo supieramos ya. Lo único que tengo que reclamarle a este teólogo es que sólo menciona a Europa y Estados Unidos, pero se olvida de América Latina y el resto del mundo, en donde también hay muchos sacerdotes homosexuales y que son los principales causantes de la homofobia. Creo que lo interesante e importante en esta cuestión es que Berger explica sus declaraciones desde su testimonio personal. Es bueno saber que los ultraconservadores también pueden abrir su corazón a la verdad que les ha dado el Señor.

Teólogo alemán atribuye la homofobia de la iglesia católica al elevado número de sacerdotes que reprimen su homosexualidad


22 de noviembre de 2010   Dos manzanas.
 
Según David Berger, teólogo católico alemán recientemente salido del armario, la homofobia de la jerarquía católica tiene sus raíces en el elevado número de sacerdotes que reprimen su propia orientación homosexual.
 
“Debe saberse que un gran número de clérigos y sacerdotes católicos, en Europa y Estados Unidos, tienen una inclinación homosexual”, ha afirmado Berger en declaraciones a la revista alemana Der Spiegel. “La peor homofobia viene precisamente de los sacerdotes homosexuales, que luchan contra su propia sexualidad (…) Obviamente, aquellos que siguen sus sentimientos son repudiados de la forma más feroz por los que reprimen tan dolorosamente esos mismo sentimientos”, explica.

Berger es un prestigioso teólogo, que llegó a ser director de la revista Theologisches, la publicación más importante del catolicismo conservador en Alemania. Entre 2003 y este mismo año ha sido profesor de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino de Roma. En julio pasado fue despedido tras reconocer públicamente su homosexualidad en un artículo publicado en el periódico Frankfuhrter Rundschau bajo el título No puedo callar más.

“Si alguien homosexual no se porta como las jerarquías eclesiásticas quieren, se sirven de la homosexualidad de dicha persona como forma de obtener su obediencia. Desde el punto de vista del poder, no hay nada mejor para un obispo que un cura que esconde con vergüenza su homosexualidad”, expresaba entonces Berger…

domingo, 21 de noviembre de 2010

En ciertos casos el condón es permisible: Benedicto XVI

Vaya, estoy realmente sorprendido de haber recibido esta noticia. Sólo ante ciertos casos y sólo como un primer paso hacia la apertura de conciencia y la humanización de la sexualidad, Su Santidad Benedicto XVI, ha dicho que podría ser permisible el uso del condón. Como católico estoy de acuerdo con eso de que el condón en el caso de la prostitución masculina puede salvar muchas vidas, pero también estoy seguro que humanizar la sexualidad y mezclarla con el amor y la fidelidad, siempre que sean posibles, pueden detener muchas transmisiones del VIH. Pero también hay que ser muy sinceros y pensar que si se tienen relaciones sexuales con más de una persona en la vida, entonces sí utilizar el condón como forma de prevención hasta que haya una prueba. Se trata de ser sinceros con nosotros mismos y con nuestras parejas.

El Papa admite por primera vez el condón 'en ciertos casos'

20 de noviembre de 2010   El mundo.es



Todavía no se ha publicado y ya acapara portadas. Benedicto XVI se ha convertido en el primer pontífice que admite el uso del preservativo (eso sí, en "ciertos casos"), según afirma en un nuevo libro, La luz del mundo. El Papa, la iglesia y las señales del tiempo', que se publica el próximo martes.

El libro se basa en una larga entrevista con el periodista católico Peter Seewald. Estos son algunos de sus puntos principales:

Uso del preservativo

El Papa dice que la iglesia no ve el uso del preservativo como "una solución real o moral" al problema del SIDA. Sin embargo, podría estar justificado en algunos casos, como un prostituto que lo usa para reducir el riesgo de infección y de este modo se hace responsable de sus actos. "Puede ser un primer paso hacia una moralización, un debut de responsabilidad que permita tomar una nueva consciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que uno quiera", afirma.

"[La Iglesia] no lo contempla como una solución real o moral pero, en ciertos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contaminación [del VIH], puede ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, vivida de otro modo".
Aunque el Papa concede que los condones pueden ser permisibles en estos casos para frenar la "contaminación" del VIH, matiza: "Este no es el modo, hablando con propiedad, de acabar con la infección del virus del sida. Eso debe producirse realmente dentro de la humanización de la sexualidad", añade.

"Concentrarse en el preservativo supone una banalización del sexo y ese es exactamente el peligro de que mucha gente considere el sexo ya no como una expresión de su amor, sino como una especie de droga que se proporcionan ellos mismos".

Hasta ahora, el Vaticano -contrario a toda forma de contracepción que no sea la abstinencia- siempre ha rechazado el uso del preservativo, incluso para prevenir la transmisión de enfermedades.

En marzo de 2009, el propio Benedicto XVI encendió una gran polémica al declarar durante un viaje a Camerún y Angola que la utilización de preservativos "agravaba" el problema del sida, devastadora pandemia en África.

Casos de pederastia en la iglesia

El reciente escándalo por los casos de abusos sexuales a niños cometidos por sacerdotes supusieron un "shock sin precedentes", y eso que el Papa había seguido el tema durante varios años. El Sumo Pontífice añade que comprende que la gente dejase la Iglesia católica como protesta.

El obispo Williamson

En enero, cuando el Vaticano levantó la excomunión a cuatro obispos ultratradicionalistas, ignoraba que uno de ellos negaba el Holocausto. No lo habría hecho de haberlo sabido, reconoce el Sumo Pontífice.

Pío XII

El Papa que gobernó la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial, a quien los críticos acusan de no haber salvado a los judíos durante el Holocausto, fue "uno de los grandes hombres rectos, salvó más judíos que nadie".

Resignación papal

El papa dice que estaría dispuesto a renunciar voluntariamente si "no fuese física, psicológica y espiritualmente capaz de lidiar con los deberes de su cargo". Esto lo convertiría en el segundo pontífice en hacerlo desde Celestino V en 1294.

Salud

A sus 83 años, insiste varias veces en su edad. "Yo... noto que mis fuerzas están disminuyendo", dice. Acerca de la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en agosto de 2011 en Madrid, dice que asistirá "si Dios quiere y todavía estoy vivo".

¿Infalible?

A la pregunta si "verdaderamente el Papa es infalible, un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley", responde de manera categórica: "Eso es una equivocación". Según Benedicto XVI, el Papa se comporta "como cualquier otro obispo" y sólo en determinadas condiciones "cuando la tradición es clara y se sabe que no se actúa arbitrariamente, entonces puede decir que esa cuestión determinada es fe de la Iglesia". "Obviamente, el Papa puede equivocarse, ser Papa no significa considerarse un soberano colmo de gloria, sino uno que da testimonio de Cristo crucificado".

La infalibilidad del Papa, aprobada por el Concilio Vaticano I, es uno de los puntos que separan a las Iglesias Católica y Ortodoxa.

Problemas de comunicación

El Sumo Pontífice admite que, en ocasiones, el Vaticano no ha conseguido difundir su mensaje adecuadamente. Sufrió un "fracaso total" en el tema del obispo Williamson, una controversia que podría haberse evitado descubriendo a través de Internet "con qué tipo de persona estábamos tratando".

Islam

Los países de mayoría musulmana pueden volverse intolerantes, "haciendo la coexistencia con los cristianos muy difícil", pero el Vaticano debe estar en contacto con "todas las corrientes del Islam abiertas y capaces del diálogo". Asimismo, sostiene que no ve razón para prohibir los velos integrales en Europa.

Iglesia ortodoxa rusa

El Sumo Pontífice ve posible una reunión con el patriarca Patriarch en un futuro no muy lejano.

Secularismo

Benedicto XVI cree que "se está extendiendo una nueva intolerancia" en los países occidentales que quieren limitar la expresión pública de la fe cristiana. Los cristianos deben movilizarse contra esto, afirma.

Mujer en la Iglesia

El Santo Padre explica además que la Iglesia no puede ordenar mujeres al sacerdocio. Sin embargo, precisa, el lugar de las mujeres en Ella es fundamental y esto puede observarse en la importancia de la Virgen María, Madre de Dios y la Iglesia, y en testimonios de santidad como el de la Beata Teresa de Calcuta.


El Papa Benedicto XVI se describe a sí mismo como un mendigo que confía en su amistad con el Señor, la Virgen y los santos para vivir su vocación. Su vida sin la alegría cristiana sería insoportable, afirma

Cristo Rey

Primera Lectura: 2 S. 5, 1-3
Salmo: del 121
Segunda Lectura: Col 1, 12-20
Evangelio: Lc 23, 35-43

En este mundo tan visual siempre he buscado ilustrar las entradas de este blog con alguna imagen que vaya bien al caso con el tema desarrollado. En esta ocasión encontré varias imágenes de Cristo Rey, fiesta con la celebramos el fin del Año Litúrgico Católico y en la que reconocemos ya por adelantado la Supremacía del Reino de Dios en el mundo antes de la Parusía. Una de estas imágenes la encontré en casa de mis papás, pero olvidé traerla a la mía y no la pude escanear. Tal vez el próximo año lo haga. Pero en mi búsqueda de imágenes encontré varias cosas diferentes. Para mí destacaron éstas:

1) En la que aparece como un Papa, pero Jesús es más que formulismos y rituales religiosos, más que leyes interpretadas por magisterios humanos, bulas y excomuniones, por lo que no estaba convencido de usarla.
2) En la que aparece como un simple rey de un país cualquiera. Pero Jesús es Rey de toda la creación, y por el bautismo también lo somos con Él. La fe en Cristo no va a venir por una guerra cristera ni se va a implantar con éxito con torturas y ejércitos respaldando la cruz. Y lo digo con toda seguridad porque lo que sembró la fe en América Latina no fue el ejército de los reyes católicos o el que los conquistadores como Hernán Cortés tenían a su disposición, sino el milagro guadalupano, en el que la Virgen María se apareció al indio San Juan Diego y con todo su amor fue que se mezclaron dos razas y culturas distintas en lo que hoy es el continente latinoamericano.
3) En la que aparece sin la soleminidad con la que estamos acostumbrados a verlo. El cetro y la corona están a sus pies y de una simple imagen irradian bosquejos de lo que es su verdadera Gloria y Majestad. Por supuesto, el orbe sigue en sus manos pero no es papa ni rey, sino Cristo Rey, autoridad superior a cualquiera de los papas y reyes de la historia, ejemplo de vida y camino de salvación. El Camino, La Verdad y la Vida. Yo me quedo con esta imagen.

En las lecturas de hoy vemos como después del cisma de los Israelitas, las tribus del norte van a buscar al rey David y lo proclaman como soberano de todo Israel, pero luego en el Evangelio, aquel que es Hijo de Dios y Rey de reyes está clavado a la cruz como un delincuente cualquiera y recibiendo las burlas de todos los que no entendieron y siguen sin entender el acto que el Padre ha obrado con Jesús. Y entonces la cruz fue motivo de burla y escándalo para muchos, pero para nosotros es motivo de salvación. Vemos en la crucifixión de Jesús un acto que cambia todas las estructuras sociales. No se corona al Rey con oro ni se le exalta en un trono, sino que se le corona con espinas y se le exalta en una Cruz.

Jesús mismo nos dice "mi reino no es de este mundo" cuando se lo dice a Pilatos. Él es un Rey que sirve a la creación y trae al mundo la salvación. Por el, como nos dice San Pablo, se reconciliaron todas las cosas del cielo y de la tierra, y de repente por su resurrección quedó eliminada la frontera entre lo sagrado y lo profano; ahora todo es sagrado.

Jesús fue tratado como malhechor y entre ladrones murió. Todos podemos alcanzar la Salvación, hasta el buen ladrón, de quien se dice que fue tan bueno en lo que hacía que hasta fue capaz de robarse el cielo. Yo no lo diría así. Creo que a pesar de todos sus pecados "su fe lo ha salvado" y ahora pasa a formar parte de los amigos de Dios.

Si todos podemos alcanzar la Salvación, lo único que nos queda es actúar en consecuencia evangélica y más allá de los ritos, formulismos y agresividad en nombre de Cristo ayudemos a exaltar a los integrantes de los grupos vulnerables recordándoles su dignidad de humanos e hijos de Dios, y que nada los detenga cuando, como en nuestro caso, queramos demostrar amor a alguien de nuestro mismo sexo, siempre y cuando este amor sea limpio y desinteresado. También las parejas de la semejanza podemos formar Iglesia Doméstica, y así proclar ya por adelantado el reinado de Cristo en la Tierra.

martes, 16 de noviembre de 2010

Monja Libre por la Luz del Espíritu Santo

También ellas, aunque la jerarquía de la Iglesia las reduzca a simples y muy honrrosas sirvientas, demuestran la gran Sabiduría e Inteligencia de que las ha dotado el Espíritu y llegan a hacer declaraciones tan afortunadas como la que están a punto de leer. Por supuesto, siempre desde la Iglesia y para el crecimiento de ella:

La monja Teresa Forcades, a favor de que las parejas del mismo sexo puedan criar hijos
15 de noviembre de 2010  Dos Manzanas

También en el seno de clero católico surgen voces discordantes con la postura oficial de la iglesia católica respecto a gays y lesbianas. Es el caso de Teresa Forcades, monja benedictina que ha defendido públicamente la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan criar hijos.

En una conferencia titulada “Igualdad de mujeres y hombres” pronunciada hace pocos días en Alicante, Teresa Forcades ha defendido, apoyada en el resultado de estudios de parejas de mujeres lesbianas con hijos, que el crecimiento de los hijos no depende del sexo de sus padres, sino del amor que reciben. “La socialización en familias monoparentales y homosexuales no van en detrimento del crecimiento. Lo único que afecta a la persona es la calidad del amor que se le da. Cada persona es un ser único con un carácter individual que le ha dado Dios o la naturaleza y que es independiente del género“, afirmó la monja, que también habló de los roles de género y de cómo estos están condicionados por el trato diferenciado que niños y niñas reciben incluso desde que son bebés.

Teresa Forcades, que además de monja benedictina en el Monasterio de San Benedicto de Montserrat (Barcelona) es teóloga y doctora en Medicina, alcanzó gran popularidad hace unos meses tras la difusión de un vídeo en el que denunciaba los intereses comerciales que, a su juicio, rodearon la declaración por la OMS de la pandemia de gripe A (Forcades es, de hecho, autora del ensayo Los crímenes de la grandes compañías farmacéuticas, publicado por el Centre d’estudis Cristianisme i Justícia). Más allá de sus posiciones sobre este tema, en las que no entraremos, la monja Forcades ha destacado por sus posiciones cercanas a la denominada Teología de la Liberación y su defensa del feminismo (se ha llegado a posicionar, por ejemplo, a favor de respetar la decisión de aquellas mujeres que deciden abortar).

domingo, 14 de noviembre de 2010

XXXIII Domingo Ordinario

Primera Lectura: Ml 3, 19-20
Salmo: 97
Segunda Lectura: 2 Ts 3, 7-12
Evangelio: Lc 21, 5-19

Fuera de toda la interpretación apocaliptica fundamentalista que le podríamos dar a estos pasajes de la Biblia que la Iglesia nos proclama en este día del Señor, me gustaría retomar las frases más importantes que pueden atañer al objetivo de este blog.

Pero antes quisiera decirles que estoy profundamente feliz, pues tras una semana dura y llena de muchos retos y trabajos el Señor me bendijo con las luces de su Amor, Sabiduría y Gloria en diferentes momentos durante este fin de semana.

Durante mucho tiempo (digamos que toda nuestra vida), el magisterio de la Iglesia nos dice que sí y que no, que ser gay es malo, es pecado y tal actitud merece el infierno. Este humilde servidor del Señor -simple laíco que trabaja para la mayor gloria de Dios-tras una larga experiencia de oración y meditación en su adolescia descubrió que eso no es cierto y ha tratado de difundir ese mensaje. Debo resaltar que no estoy solo, ustedes tampoco. En el camino me he encontrado con sacerdotes, monjas, teólogos, laícos que están de acuerdo conmigo y predican ese mensaje desde mucho tiempo antes que yo.

El día de la Justicia del Señor ya viene y cada quien será medido según la vara con la que midió.

En la Segunda Lectura, San Pablo parece hablar en contra de nuestros sacerdotes. No nos confundamos, recordemos que también dice que están en todo su derecho de cobrar por su labor evangélica. Y es que nos guste o no el dinero es necesario mientras vivamos en esta vida; necesario más no indispensable, ojalá lo sepamos discernir.

Pero la frase que más se acerca a nuestra bien amada jerarquía eclesial es esa en la que el Apóstol dice: "ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo". Cito esta parte del texto porque a veces pareciera que muchos prelados y hasta el Papa mismo en muchas ocasiones se pasan criticando cosas como el aborto, la libertad de culto, el matrimonio igualitario o la anticoncepción y generan división en la sociedad olvidando que somos un sólo pueblo con un sólo pastor, que es Cristo.

Inmediantemente después, San Pablo dice con cristiana paternidad: "Les suplicamos a esos tales y les ordenamos, de parte del Señor Jesús, que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida". Entendiendo esto, que sí, la Iglesia dentro de su labor profética necesariamente debe criticar y denunciar muchas cosas que suceden en el mundo. Pero a veces se queda callada, y si critica aquello pero lo otro no entonces ya no puede ser una Iglesia en paz. ¿En dónde quedan las críticas al capitalismo salvaje, el narcotráfico, las matanzas y crímenes cometidos en las dictaduras y también en las democrácias como aquellas que se hacen en contra de los gitanos en algunos países europeos; en dónde está la crítica abierta contra los homofóbicos que lastiman la dignidad de los hijos de Dios?

Es nuestra responsabilidad ponernos a trabajar. Acompañar a nuestra fe con las buenas obras. Amar al prójimo no es fácil, pero ese es el camino más cierto para alcanzar la Vida, entendida esta como la Eternidad con Jesús y María.

En el Evangelio, Jesús nuestro Maestro nos explica que muchas cosas aparentemente negativas pasaran por nosotros. Me gustaría poner esto en clave LGBTI. Él dice que "los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, pariente y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía". ¿Nos suena familiar? A mí sí, estas palabras del Maestro me recuerdan a los actos de los homófobos desde los púlpitos o desde las curules legislativas; en la televisión y en la Internet; en la escuela, el trabajo y la calle. Así que hagamos sagrado ese dolor y unámoslo al de Cristo.

Recordemos que ser gay no es pecado. Entendamos entonces que si Dios nos ha dado esta condición de vida es para que nos mantengamos firmes y en pie, demos testimonio de que nuestra fortaleza está en el Señor y ayudemos a todos nuestros hermanos, la humanidad que es también hija de Dios, a aprender a amar a sin distinción. Dios no nos necesita por si mismo, nos necesita por las personas que están a nuestro al rededor y sus carencias.

Una vez más les digo: hagamos oración, sí, pero demos vida a la oración y convirtámosla en obras, en testimonio fiel de Cristo Jesús. Una fe sin obras está vacía. Demos el ejemplo a todos nuestros hermanos los 'buenos católicos' y vivamos en sintonía con el Evangelio de Jesús y el testimonio vivo de su Santa Madre la virgen María; oremos por el Papa, los obispos y los sacerdotes y colaboremos con el Señor en su obra salvadora.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Asignatura Pendiente

Lo que escribí aquí ayer fue un error y no lo medité ni lo reflexioné bien. Ofrezco una disculpa por ello y sólo quiero rescatar el enlace a Taizé y Crismhom, páginas de comunidades dignísimas de ser visitadas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Carta de padres y madres de homosexuales españoles al señor Ratzinger

Tal vez le extrañe, distinguido señor, que nos dirijamos a usted utilizando un tratamiento civil al cual, probablemente, no está acostumbrado; sin embargo, es evidente que no ha sido usted lo que se dice un padre para nuestros hijos e hijas ni para nosotros, por cuya razón no debe extrañarle que no le otorguemos ese tratamiento. Los infrascritos sabemos muy bien qué cosa es ser padre, Sr. Ratzinger, porque nosotros lo somos de jóvenes homosexuales –también de heterosexuales- y, al contrario de usted, siempre hemos estado incondicionalmente al lado de nuestros retoños, en particular de los que más lo necesitan, y jamás hemos pensado que nuestros hijos heterosexuales tengan más derechos que nuestros hijos homosexuales.

Conociendo su discurso, ya sabemos que la condena que sin duda hará de nuestros hijos vendrá enmascarada, como siempre, por las marrulleras expresiones que utiliza para decir que a pesar de lo mucho que los ama, no puede reconocerles el derecho a vivir con la persona que quieren porque no pueden casarse y formar una familia -de la cual se reserva usted, en exclusiva, el concepto e incluso la definición-; intentará por todos los medios desautorizar las leyes legítimas emanadas de un parlamento democrático (por cierto: usted no ha sido elegido democráticamente, y ya sabe que “vox populi, vox Dei”). Lo cierto es que llega a usted a nuestra tierra precisamente cuando estamos a punto de votar, lo que nos lleva a preguntarnos si su visita se debe a una casualidad. Dirá, también, que a pesar de amar tanto a nuestros hijos e hijas, no puede hacer otra cosa que defender la que siempre ha sido la doctrina de la Iglesia…

¡Pues no, Sr. Ratzinger, no! Ninguna de las dos cosas: ni es cierto que ame usted a nuestros hijos, ni es cierto que la negación de los derechos de las personas homosexuales sea una tradición sempiterna y unívoca de la Iglesia (del cristianismo, por supuesto, no lo es en absoluto).

La primera premisa –nos referimos a la del supuesto amor a nuestros hijos- es tan fácil de refutar que incluso sonroja por sabida: no abundaremos, pues, en ello; es suficiente con decir que sin duda se trata del mismo amor que uno de sus antecesores decía profesar por los judíos a la vez que se negaba rotundamente a excomulgar a Hitler, o del que mostraban los inquisidores hacia los pobres reos mientras ardían en la hoguera diciéndoles la clásica frase “a mí me duele más que a ti”… No, Sr. Ratzinger, gracias: amores como estos no los queremos para nuestros hijos ni para nadie.

Bastante más difícil, a causa de la manipulación y de la ocultación que se ha llevado a cabo, resulta la refutación de la segunda premisa de su argumento: la que afirma que dice usted lo que dice, no por falta de amor, sino por la fidelidad debida a los principios inalterables de la Iglesia: más difícil de refutar, sí, pero no imposible; porque resulta que la Iglesia Católica bendijo, otrora, la unión de personas homosexuales en una ceremonia llamada “adelfia”, e incluso llegó a canonizar a alguna pareja; y, aunque se ha procurado mucho que el hecho no fuera conocido, está documentado de forma suficiente para ser demostrado: o es que no recuerda usted a San Sergio y a San Baco y a Santa Perpetua y a Santa Felicidad, por citar sólo una pareja de cada género?Tampoco los evangelios canónicos le autorizan en absoluto para erigirse en campeón universal de la homofobia. Es un hecho que en ninguno de los cuatro se condena la homosexualidad y, aunque existe, en efecto, una pequeña referencia negativa en una epístola, es fácil deducir, por el contexto, que lo que pretende en realidad el apóstol es desmarcarse de los griegos para contentar a los compatriotas: el texto dice que “lo practican los griegos”, ya que estos admitían que los derechos de las personas homosexuales: no en vano debemos a Grecia los principales fundamentos y referentes de la cultura occidental, incluida la democracia.

Debemos preguntarnos, una vez hemos llegado este punto, en qué fundamenta usted la implacable condena que hace de nuestros hijos e hijas, visto, como acabamos de ver, que no es el amor ni la tradición sempiterna de la Iglesia, ni las palabras de Jesucristo. ¿Tal vez la moral? Por Dios, Sr. Ratzinger –y no es una frase-, ¿cree usted de veras que su Iglesia está en el mejor momento para ponerse a pontificar sobre moral sexual?

Por nuestra parte, creemos haber llegado a una conclusión sobre sus verdaderas motivaciones: nos ha dado usted una buena pista, hay que reconocerlo; porque resulta que también anatematiza todas las relaciones afectivas, en general, cuando no son meramente reproductivas. Todo cuanto se refiere al amor le da a usted pánico, Sr. Ratzinger: solamente le interesa la reproducción, y eso le delata. Ha venido a defender un único modelo de familia y a condenar todas las demás porque está usted, como siempre, al lado de los poderosos, de los que necesitan carne de cañón y mano de obra barata: soldados y asalariados precarios. Con nosotros no cuente, Sr. Ratzinger: nosotros, que somos padres y madres, queremos que nuestros hijos e hijas, tanto si son heterosexuales como si son homosexuales -que de ambos tenemos- sean siempre un fin en sí mismos, vivan la plenitud de su dignidad humana, no estén sometidos a nadie y puedan conseguir la felicidad en un entorno de igualdad de derechos y de deberes.

Por cuanto hemos dicho, Sr. Ratzinger, usted no es nuestro padre ni, por supuesto, lo es de nuestros hijos e hijas. Venga por Barcelona cuando guste: es una ciudad preciosa; pero no venga a atizar el odio contra aquellos a quienes más queremos. Pasee por la ciudad, respire sus olores, guste de la gastronomía, goce del arte, de la alegría, de la bondad de la gente… y deje en paz, por favor, a nuestros hijos e hijas, que al fin y al cabo no le han hecho ningún daño a usted ni a nadie.

Atentamente.
Associació de Pares i Mares de Gais i Lesbianes

domingo, 7 de noviembre de 2010

XXXII Domingo Ordinario

Primera Lectura: 2 Mac 7, 1-2. 9-14
Salmo: 16
Segunda Lectura: 2 Ts 2, 16-3,5
Evangelio: Lc 20, 27-38

La Palabra de Dios que hoy nos fue proclamada nos invita abiertamente a analizar nuestra vida y replantear las áreas de oportunidad, comunmente llamadas errores, para poder mejorar y desarrollarnos en armonía durante la construcción de este que es el Reino de Dios.

El Señor es Dios de vivos y no de muertos, pero algunas veces contrariamos la voluntad divina y nos movemos como zombies, como sonámbulos que han caído en la rutina y el pecado y no somos concientes de la grandeza que significa ser hijos de Dios y herederos del creador.

A veces creémos que ser buenos católicos significa aprender y memorizar la liturgia de la misa y los responsos de los actos paralitúrgicos; repetir mecánicamente y sin indagar el significado de oraciones tan hermosas y poderosas como el Padrenuestro y el Avemaría. Otras veces vamos por la vida pisoteando la dignidad de las personas por su condición particular, no nos parece que sean personas gordas, chaparras, morenas, heterosexuales, todo en ello nos parece mal y buscamos la forma de injuriarlos.

La muerte, que solía ser el castigo que recibimos por el pecado original, hoy, por obra de Cristo Jesús, es un paso más en la existencia de la Vida Eterna. Es el paso obligado para la Resurrección en cuerpos gloriosos en esta vida. Jesús mismo nos habla de la relatividad del matrimonio al decirnos que en la vida futura no existirá, pues un cuerpo glorioso no precisa de tal complementariedad, por tanto no entiendo el afán de la jerarquía de la Iglesia en oponerse al matrimonio igualitario.

Ese proceso de nacimiento, vida y muerte se repite todos los días en nuestro diario actuar. Vivimos de alguna de las maneras arriba citadas, oprimimos la dignidad de hijos de Dios de nuestros hermanos, pecamos. Luego de eso debe sobrevenir el arrepentimiento y despreciar esa parte pecadora en nosotros al grado de eliminarla. Pero no hablo aquí de miembros del cuerpo físico, sino de entes, pensamientos, actidues en los cuerpos mental y espiritual. Y una vez dando muerte a esas actitudes pecadoras es momento de tomar la resurrección y darle la bienvenida al hombre nuevo. Aquel que permita construir en fraternal y amorosa unión el Reino de Dios.

¿Cuántos homosexuales y lesbianas hay allá afuera que necesitan ese gesto amoroso de la Iglesia, cuántos indígenas, desempleados, viudas, madres solteras, padres abandonados, estudiantes incomprendidos, cuántas personas deseando hacer el bien y son oprimidos por las autoridades civiles y religiosas al rededor del mundo?

Es momento de que tomemos en cuenta la promesa del Señor y nosotros, verdaderos católicos despiertos de los engaños del mundo, mostremos a nuestros hermanos necesitados toda esa caridad y amor que hace falta en el mundo y que son Resurrección.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Carta de un católico homosexual en la Argentina

Sr. Cardenal Bergoglio,

Lo saludo deseando que nuestro Señor Jesucristo sea quien anime y guíe su vida y misión.

Mi nombre es Marcelo Márquez, tengo 41 años de edad, soy laico católico, profesor de teología, docente y bibliotecario, trabajé durante cuatro años en Las Obras Misionales Pontificias de Argentina, como Secretario Nacional de la Obra de San Pedro Apóstol y como coordinador del Centro de Misionología, fui con anterioridad secretario de Centro de Estudios Filosófico y Teológico de Quilmes, bibliotecario del Seminario de Quilmes y docente de varios institutos católicos en la Diócesis, cercano al obispo Luis Stöckler y a varios obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas de la iglesia argentina, como el obispo de Formosa Vicente Conejero. Tuve oportunidad de participar de la plenaria de obispos en diciembre de 2007, donde tuve el gusto de acercarme a saludarlo.

Soy un hombre de profunda fe en Jesucristo y a la vez de un profundo y ferviente amor a la iglesia, crecí en un ambiente de fe, primero me lo inculcó mi madre, luego mi comunidad parroquial de origen, la parroquia San Jorge de Florencio Varela, en la diócesis de Quilmes, donde las hermanas azules, unas religiosas que queriendo ser fieles a jesús, al concilio y a sus orígenes, fueron a vivir a un barrio popular de aquella zona; ellas me enseñaron el amor a Jesús, ellas me enseñaron el amor al Jesús pobre, al jesús que se identifica con el pobre, que se vuelve pobre para hacerle justicia al pobre, luego comprendí que ese era un estilo de ser iglesia seguidora de Cristo.

Más tarde mi diócesis, la de Quilmes; nuestro tan querido y admirado obispo Jorge Novak también me fue testimoniando, pero a la vez inculcando, este gran amor a la iglesia, supe de su fidelidad, de su compromiso con la iglesia del Vaticano II, con él conocí en vivo y en directo la actitud del hombre de oración y valentía, pastor-guía y maestro de iglesia.

Posteriormente, y aunque estas cosas se van dando simultáneamente, medio entreveradas como en la vida, la formación sólida y seria para los fundamentos de la convicción en la fe, me la dio la formación con los misioneros claretianos, amo ser misionero, ellos me enseñaron el amor al jesús que anda sin parar llevando a todos la misericordia del amor del Padre, me enseñaron una de las cosas más entrañables que tengo en mi interioridad que es el amor al Inmaculado Corazón de María, también me enseñaron la valentía del profeta que se deja guiar por el fuego del Espíritu, me transmitieron el amor a un modo de ser iglesia, el del estilo del Padre Claret, que orgullo ser claretiano, como amo a este santo varón que fue el Padre Claret, su testimonio de fidelidad a la iglesia en el Concilio Vaticano I, su incansable espíritu misionero, su amor a los pobres y marginados, pero a la vez maestro de espiritualidad y guía de santos, fue confesor, entre muchos, de Santa María Micaela, fundadora de las hermanas Adoratrices Españolas, quien luego eligiera llamarse del Santísimo Sacramento, muy seguramente influenciada por el padre Claret, quien en los últimos años de su vida decía sentirse sagrario viviente. Con Claret comprendí los fundamentos de una sólida vida espiritual.

Los misioneros claretianos, como decía, me enseñaron el amor a la misión, en un estilo de misión, en un estilo de iglesia, comprometida con toda la humanidad, con la historia, con la justicia, con sus búsquedas y con sus luchas, con ellos comprendí la tremenda actualidad del evangelio para la salvación de los hombres, pero a la vez la necesaria lucidez para la eficacia del anuncio, con ellos comprendí que el “más allá de las fronteras” muchas veces puede ser geográfico, pero que las más de las veces puede ser moral o espiritual o ambos.

Con todos aprendí a amar la iglesia, a apasionarme, a comprometerme, y también a dolerme con ella, me siento iglesia, soy iglesia. Hoy me siento un hombre adulto en la fe, firme en mis convicciones y con un serio y profundo amor a la iglesia, con sus luces y también sus sombras. A la iglesia la he recorrido de palmo a palmo, la conozco muy bien, la conozco afectivamente, espiritualmente, intelectualmente y hasta podría decir pastoralmente si cabe. Y la amo, amo leer a Ives Congar, Henri de Lubac, quien no se emociona con textos como “meditación sobre la iglesia”, o el gran Carl Rahner; me emociono con vidas como las de Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Domingo de Guzmán, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Francisco Javier, Emilie de Villeneuve (fundadora de las hnas. Azules).

Pero a la vez me entusiasman los proyectos misioneros de los jesuitas del tiempo de las misiones jesuíticas, en América Latina, Santo Toribio de Mogrovejo, Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano.

También hoy me apasionan los textos del Concilio Vatincano II, la Gaudium et Spes, quien no recuerda con orgullo y emoción, expresiones como, “…los gozos y las esperanzas, las tristezas y las alegrías de los hombres de nuestro tiempo son los gozos y esperanzas, las tristezas y las alegrías de los hijos de la iglesia…” o las hermosas palabras del Papa Pablo VI en documentos como la Evangelii Nuntiandi…

Con sinceridad de corazón le comparto que amo la iglesia latinoamericana, aquella que fiel al Concilio Vat. II, reunida en conferencia episcopal sacó documentos como los de “Medellín y Puebla”, la que con la vida religiosa se insertó en medio de los pobres, la de las “comunidades eclesiales de base”, la de la lectura popular y orante de la Biblia, la de sus mártires Arnulfo Romero, la de Enrique Angelelli, la comunidad jesuita del Salvador, la de Jorge Novak, la del Obispo De Nevares, la de sus teólogos como Gustavo Gutierrez, Victor Codina, Ronaldo Muñoz, Juan Luis Segundo entre otros…

En este último tiempo en torno al debate sobre el proyecto de ley para la modificación del código civil que habilitaría a las personas de la diversidad sexual a contraer matrimonio civil, que ya cuenta con media sanción en diputados, he visto y oí cosas que me duelen entrañablemente el alma, se dijeron barbaridades de las personas homosexuales, en salta gente que en nombre de la iglesia católica nos llamó lacras, en Tucumán nos dijeron estériles, hablaron de guerra: “esto es una guerra contra el lobby gay”: Soy gay y soy un hombre de bien, trabajo honradamente y vivo de acuerdo a los fundamentos de mi fe, tengo un profundo y serio compromiso con la iglesia como acabo de exponer y con mi país, y estoy convencido que esta ley nada tiene que ver con la destrucción de la familia, ni de la moral, al contrario creo que es inclusiva, sanadora y en términos escatológicos hasta salvadora, pues habilita a las personas de la diversidad sexual a ser reconocidas en dignidad e igualdad ante la sociedad. Algo que hace tiempo la sociedad les debe a las personas de la diversidad sexual.

Yo mismo creo intuir en usted un sincero respeto por las personas lesbianas y gays, como también lo creo de muchos de sus compañeros obispos del episcopado, a veces siento que en el tema de la diversidad sexual nuestros obispos están bastante desinformados, incluso en algunos casos hasta mal informados. He escuchado expresiones muy dolorosas de partes de obispos como el de San Luis, Jorge Lona, llamándonos “psiquiátricos”, y sin querer justificarlo, podría hasta decir que el obispo Lona ya es mayor y ha tenido un determinado tipo de formación que le hizo decir estas cosas. También escuché al obispo de Avellaneda-Lanús, Rubén Fraccia, obispo a quien respeto y aprecio, gracias a las hnas. Azules tuve oportunidad de seguir su trayectoria como obispo, y al escucharlo percibí en él desinformación, hablaba de odio a la iglesia y al Papa, nada más lejos de quienes estamos comprometidos en favor de la promulgación de la ley.

Con sinceridad le comparto que sí me preocuparon expresiones como las del obispo de salta Antonio Gargarello o el obispo Marino o el obispo de la Arquidiócesis de la Plata, Héctor Aguer, que rozaron la falta de misericordia para con lesbianas y gays. Y no puedo comprender actitudes enfervorizadas como la de cierto sector de laicos católicos en contra, en momentos me preguntaba si no son estos sectores quienes están presionando a los obispos a salir a manifestarse públicamente contra la ley. No comprendo la posición tan radicalizada por ejemplo de la agencia de noticias AICA. Cuanto enojo parecieran transmitir contra nuestra gente.

La iglesia le debe un serio debate sobre la homosexualidad a todas las personas, pero especialmente a lesbianas y gays y no es con actitudes cerradas y hasta fanatizadas como se abre esta puerta al diálogo. Somos muchos los hombres y mujeres dentro de la iglesia que somos gays y lesbianas y por estas posiciones enfervorizadas todavía no ha podido haber un debate serio institucional al respecto.

Ciertamente el debate sobre la ley permitió poner sobre el tapete el tema de la homosexualidad y en evidencia la convivencia un tanto esquizofrénica de la sociedad, respecto del tema y en la relación con lesbianas y gays de todos los estamentos de la sociedad, pues gays y lesbianas estamos en todos los estamentos de la sociedad, incluso de la iglesia y esto lo digo con el mayor de los respetos, pues yo mismo soy miembro de ella.

Me preocupa seriamente la alianza que este sector de laicos militando en contra de la ley hicieran con sectores de iglesias evangelistas pentecostales fundamentalistas, como ACIERA, muchas veces hemos debatido en distintos espacios de iglesia, incluso académicos como el Centro de Misionología de las Obras Misionales Pontificias, el peligro que pudiera significar para nuestra gente la vivencia de una fe fundamentalista, sin serios fundamentos sólidos por parte de quienes guían a estos grupos, incluso de la dudosa conversión a la vivencia como pastores de muchos de estos supuestos guías, también se que hay personas sinceras en estos movimientos y que estos movimientos tienen que ser para la iglesia un cuestionamiento para la misión.

Pero que cierto sector de la iglesia hoy se ponga a hacer alianza abierta con estos sectores llama un poco la atención y no deja de ser preocupante. Se tira por la borda años de estudios exegéticos, de investigaciones teológicas que tanto bien le hicieron a la iglesia en función de actualización del evangelio a los contemporáneos. Se corre el riesgo de tirar por la borda tantos años de trabajo, reflexión, investigación y hasta oración del acompañamiento a personas que viven el dilema de la homosexualidad y la fe. Usted como jesuita sabe muy bien de la significancia del acompañamiento espiritual a las personas y del gran aporte que su orden religiosa le ha hecho a la iglesia y a la humanidad en este sentido. En muchos casos hasta se esta yendo en contra de las instituciones democráticas en nombre de Dios, peligro real por el que ya transitó nuestro país y por el que no quisiéramos volver a transitar.

Creo que lejos de convertir este debate en una contienda, como pretendieran quienes se opusieron a la promulgación del proyecto de ley en las reuniones de comisión del senado, reduciendo la seriedad del tema al estilo de una contienda futbolera, debiera lejos de intereses mezquinos o incluso institucionales serios, darse luz, sobre todo al sector de gays y lesbianas y a sus nuestras familias, creyentes y católicas sobre la cuestión.

Gays, lesbianas, personas de la diversidad sexual creyentes y católicos estamos hoy esperando de nuestros pastores una palabra lucida y una actitud de misericordia al estilo de Jesús con tantas y tantos que se encontraban o sentían a la vera del camino y a quienes Nuestro Señor restituyó sin dudar, devolviendo dignidad y volviendo al camino.

Lesbianas, gays y personas trans, somos esos invitados al banquete que sí queremos participar de él, somos el ciego de nacimiento, el paralítico que espera a que las aguas se agiten, somos la hemorroísa que perdemos sangre-vida, y sólo esperamos tocar el manto del maestro, somos los ciegos que ven, los paralíticos que caminan, los leprosos purificados del que jesús decía a los discípulos de Juan Bautista que le fueran a contar cuando él estaba a punto de morir mártir en fidelidad al Padre.

Es tiempo de abrir la puerta al diálogo en la iglesia sobre la homosexualidad y cada una de las personas que componemos esta diversidad sexual, pues somos ante todo y ante Dios personas, seres humanos y hacemos parte de la humanidad.

Finalizo con una bella expresión que rezamos en el momento de la consagración de las especies en la misa, cuando se reza la plegaria eucarística V/b del anexo, para que se haga carne en cada uno de los miembros de la iglesia y nos anime a la fidelidad a Jesús:

Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,
inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y
desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente
explotado y deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de
libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un
motivo para seguir esperando.

In Corde Matris
Prof. H. Marcelo Márquez


martes, 2 de noviembre de 2010

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Requiem Æternam dona eis, Domine, et lux perpetua lucæt eis.
Requiescat in pace. Amen.

Primera Lectura: Jb 19, 1. 23-27
Salmo: 24
Segunda Lectura: Flp 3, 20-21
Evangelio: Mc 15, 33-39; 16, 1-6

Funeral de Carlos Monsivais.

Este día recordamos con especial cariño a todos aquellos que se nos han adelantado en el camino, y ya estando unidos a la muerte de Cristo esperamos el momento de su Resurrección, la cual sólo Dios Padre sabe cuando sucederá.

En la cultura occidental hemos aprendido que la muerte de nuestros seres queridos es motivo de llanto y desesperación, mientras que la propia es motivo de mucho temor. Nada más falso que eso, tal idea va en contra de todo el mensaje de la Palabra de Dios.

Recordemos que la muerte es únicamente una etapa más de la vida eterna, y que esta sucede cuando el Señor nos manda llamar de este mundo a su presencia. En sí, podemos decir que la muerte es una ilusión, por que el Señor es Dios de vivos y no de muertos. El mismo Cristo en el día de su Resurrección la venció de una vez y para siempre.

El magisterio de la Iglesia nos enseña que hay tres comunidades diferentes que la conforman. La primera es la militante, que está formada por todos los bautizados que aun tenemos vida física. También está la iglesia triunfante, que celebramos ayer en la Solemnidad de todos los santos y de la cual pueden formar parte nuestros padres, abuelos, bisabuelos, antepasados y tal vez hijos y nietos también. Y al final tenemos a la iglesia purgante, que hoy yace en el Purgatorio esperando que nuestras oraciones e indulgencias que ganemos para ellos ganen del Señor el privilegio de pasar a la gloria de la comunidad de los Santos en el Paraíso Celestial.

Estoy seguro que siempre recordamos con cariño a nuestros familiares, pero hoy hagámoslo de forma especial y elevemos oraciones de agradecimiento porque finalmente dejaron este mundo en el que tradicionalmente sufrimos un poco antes de la muerte y están en el mejor lugar que pueden estar, la presencia del Señor.

Así también recordemos a las almas de todos nuestros hermanos no heterosexuales que han muerto a causa del SIDA, la homofobia, la lesbofobia, la bifobia o la transfobia. Luchemos para que estos decesos sean cada vez menos frecuentes y oremos para los que aun no han alcanzado el Cielo, por obra y gracia divina lo alcancen en ya muy poco tiempo.

Pongamos especial atención a la principal enseñanza que nos da, como la llamó San Francisco de Asís, la hermana muerte, que es el amor inapreciable a la vida misma y pongamos toda nuestra esperanza en el momento de la Resurrección.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Solemnidad de Todos los Santos

Primera Lectura: Ap 7, 2-4. 9-14
Salmo: 23
Segunda Lectura: Jn 3, 1-3
Evangelio: Mt 5, 1-12

¡Alabado y glorificado sea el Señor porque los santos han sido llamados amigos de Dios!

Las primera lectura de esta solemne fiesta nos indica en su número 144,000 que todos seremos salvos. El año pasado el padre nos lo explicaba de esta forma: 12 eran las tribus de Israel, que representan a los seres humanos de la era antes de Cristo; y 12 son los Apóstoles que simbolizan a los seres humanos de la era cristiana. Si multiplicamos 12 por 12 obtenemos el 144, y si luego este número lo multiplicamos por mil, que representa a la infinada, entonces obtenemos el 144,000. Todos los hombres seremos salvos, pues esa es la voluntad del Padre.

Hermanos católicos gays, a veces los obispos generan confusión entre nosotros, pero cuando eso suceda y nos hagan dudar de que en verdad somos hijos de Dios recordemos las bienaventuranzas y pongámoslas en práctica. Realizarlas es prácticamente un instructivo para alcanzar la santidad desde nuestro ámbito personal.

Demos gracias a Dios por todos aquellos que se nos adelantaron y fueron ejemplos de vida cristiana, y hagámoslo especialmente por los santos y mártires LGBTI que aun no han subido a los altares, pero ya gozan de la visión beatífica porque en vida pasaron por grandes pruebas en su persona y las superaron.

Y finalmente, si ellos pudieron, nosotros también, así que sigamos sus pasos, que son los pasos del Camino verdadero que es Jesús y luchemos por alcanzar la santidad desde nuestra condición de hombres y mujeres no heterosexuales. No importa que la iglesia nunca nos lo reconozca, luchemos por ser santos cada día en vida, para que en muerte sea Dios mismo quien nos invite a tomar parte en el banquete de la Eternidad.