“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Suicidio de diacono por negársele el sacerdocio

Traigo una mala y triste noticia sobre un terrible acontecimiento que sucedió el mes pasado en Italia. Tanto que hemos hablado sobre el suicidio y nuestro deber para evitarlo. Y luego viene esta noticia a mover todo nuestro mundo y llenarlo de tristeza. Seguramente el Papa y la Curia Romana se enteraron de esto. Después de esta herida en el corazón de toda la comunidad de la Iglesia, no entiendo cómo es posible que noticias como la que publiqué en la entrada anterior sean posibles sin avistamientos a la conversión. Don Luca recibió cristiana sepultura el 02 de diciembre y su ceremonia fue oficiada por Mons Scanavino. En momentos conmovedores como estos es cuando debemos levantar nuestra mirada al Padre Bueno y pedir toda su ayuda para cambiar esta situación.

Luca Seidita, diácono de Orvieto: suicidio después de la denegación por la Santa Sede.
01 de diciembre de 2010   Fan Page

"Yo quería ser sacerdote y toda mi vida la dediqué a esto, pero me fue denegado". Martes por la noche, alrededor de las 21:30, Luca Seiditia se lanzó desde el acantilado de Orvieto, murallas medievales de la ciudad de unos 30 metros de altura. Su cuerpo fue descubierto por un transeúnte que estaba caminando con su perro en esa misma área.

En este punto uno se pregunta por qué un joven diácono, deseoso de llegar a ser sacerdote, ha decidido matarse estando conciente de la gravedad del acto, considerado un pecado mortal por del catolicismo moderno.

Luca, originario de Lecce, se trasladó a Orvieto en 2005, donde completó sus estudios de teología en la Universidad Lateranense. Después de haber servido como secretario del Obispo, fue nombrado diácono, en espera de recibir el sacramento sacerdotal por la Santa Sede. El pasado martes, según lo dicho por Monseñor Scanavino, Luca recibió una respuesta que lo dejó profundamente perturbado: ¿Qué he hecho? Dígame lo que hice...". La Santa Sede describió al joven como "no es lo suficientemente maduro para ser sacerdote". Y por eso, el sueño de Luca desapareció, así como su vida.

Antes de hacer lo que se llama un gesto tonto, Seiditia escribió una carta en su computadora, en la que explica las razones de su suicidio, no relacionadas ciertamente con su homosexualidad, como muchos han especulado, sino a la conciencia de ser un joven frágil y, por lo tanto, muy sensible. Monseñor Scanavino lo recuerda con palabras alegres y de profundo afecto mezcaladas con amargura: "Él quería ser sacerdote a toda costa, porque era el ideal que siempre persiguió. Para mí estaba listo para ser sacerdote. Hubo diferencias de apreciación, lo que es lógico en una comunidad plural. Siempre traté de darle la oportunidad de demostrar su convicción de poder llegar a ser sacerdote. No fue la evaluación de la madurez del diácono".

Luca recibió la respuesta a través de un fax en la Nunciatura durante la noche del lunes. El martes, con Mons. Scanavino, el joven fue a la Congregación de Obispos, en donde por segunda vez se le dijo: "no". Tal vez ese monosílabo fue para él tan pesado y doloroso, que no soportó la espera de un aplazamiento. El jueves, el ataúd de Luca debe dejar Orvieto por la Puglia, donde por última vez será recibido por sus familiares durante una breve ceremonia religiosa.

Fin de año homofóbico en el Vaticano

Esta es la homofobia que desde agosto hemos denunciado, esta es la homofobia que aunque sea la época navideña de amor y paz no nos deja en paz, y esta es la homofobia que hasta que 'la luz ilumine a la oscuridad' seguiremos denunciando en pro de un verdadero actuar de Iglesia Cristiana. Y mientras tanto que Dios bendiga al Papa, porque sólo con sus bendiciones él se convertirá y dejará de hacer este tipo de declaraciones que en vez de fortalecer la autoridad papal la minan.

Benedicto XVI y sus obispos cierran el año como empezaron… con un nuevo mensaje contra las personas LGTB.
27 de diciembre de 2010   Universo gay

El Papa Benedicto XVI ha decidido “cerrar” el 2010 con un nuevo mensaje contrario a las minorías sexuales, remarcando en su último discurso en Plaza San Pedro que un niño “necesita el amor de un padre y una madre más que comodidades exteriores”.
 
En alusión a los países que legalizaron el matrimonio y la adopción para parejas del mismo sexo, el líder de la Iglesia Católica destacó: “Es muy importante que cada niño que viene al mundo se le de la bienvenida con la calidez de una familia. No importan las comodidades exteriores. Jesús nació en un establo y su primera cuna fue un pesebre, pero el amor de María y José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado".

Otras declaraciones de 2010

Durante 2010, Benedicto XVI se ocupó varias veces de reafirmar la postura antigay de la Iglesia Católica. En enero, comparó el matrimonio entre personas del mismo sexo con el cambio climático porque ambos son “una amenaza”.

En mayo, calificó de “peligroso” e “insidioso” al matrimonio gay. En noviembre último, declaró que la homosexualidad es contraria al “plan original de Dios” y que esto debe sostenerse “aún cuando esto no le guste a la época”.

martes, 28 de diciembre de 2010

Santos Inocentes

Primera Lectura: 1 Jn 1, 5-2, 2
Salmo: 123
Evangelio: Mt 2, 13-18

Todavía no puedo entender como los grupos hipócritamente llamados pro-vida están en contra del aborto y al mismo tiempo en contra de las adopciones homoparentales. Así como tampoco puedo entender cómo es posible que las personas que están en contra de las corridas de toros puedan estar a favor del aborto. Son posturas incongruentes, pues en teoría ambos grupos buscan conservar lo sagrado de la vida, pero aceptan la muerte de una u otra forma y no es precisamente con esa cristiana resignación que debe imperar en los funerales.

Hoy no es una gran fiesta la que celebramos en la Iglesia Católica, sino un gran momento de reflexión enmarcardo en la temporada navideña. Con Jesús lo único seguro es la Salvación, porque hasta la vida misma está en riesgo. Desde muy pequeño estuvo amenazado de muerte. Si Herodes hubiera tenido éxito en su capricho no habríamos tenido Rey crucificado, pero de todas formas tendríamos a alguien que diera la vida por nosotros, un Hijo de Dios sacrificado por mano humana.

Y ese Hijo de Dios sigue muriendo todos los días. Que el aborto debe ser legal en todos los países llamados laícos y democráticos es una necesidad, puesto que no todos son cristianos en el mundo ni se rigen bajo el mismo código de moral (Dios se apiade de ellos). La Iglesia no debe tener miedo ante esa legalización, puesto que significa mayor seguridad clínica para el cuerpo de la mujer. Acabo de leer una estadística de la Argentina que demuestra que por cada 500 mil abortos sólo mueren 100 mujeres. Pero esas 100 muertes no son justificantes para mantener el aborto ilegal. Si estuviera al amparo de la ley la tasa seguramente se reduciría más.

Decía que la Iglesia no debe temer a la legalización del aborto. Lo que debe hacer es luchar contra la ejecución del aborto provocado aunque éste sea legal. Y no lo va a hacer en las cámaras donde se legisla. Sino a través de reconocer la dignidad femenina, hacerles saber cuál es su valor como mujeres ante Dios, aunque eso signifique destruir la estructura tradicionalmente patriarcal. Y hacerlas saber que Dios las ama como hijas suyas que son.

El reto consiste en evitar que la mujeres católicas aborten. Para eso también se debe erradicar el estigma que un embarazo no deseado provoca. Debemos entender que precisamente de ahí viene la importancia del preservativo. La mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, por eso está la opción para decidir cuándo embarazarse y cuándo no. Una vez concebido, el cigoto, eso ya no es parte del cuerpo de la madre y es su cristiano deber respetar la vida y el cuerpo en formación del no nacido.

También habría que reconocer que la adopción es una vía de salida ante un embarazo no deseado que llegue a buen fin. Son muchas las parejas que están en espera de adoptar algún pequeño. Pero son más las mujeres que están desesperadas por haber quedado embarazadas sin planearlo. A fin de que esa nueva vida se respete y tenga mayores posibilidades de éxito en este mundo es necesario que se reconozca el derecho a la adopción homoparental. Pues todos aquellos argumentos que nos dicen que tener dos papás o dos mamás harían mucho daño al menor son puras calumnias. Las parejas del mismo sexo son tan humanas como las de heterosexuales y por tanto tienen las mismas posibilidades de acertar o fallar al momento de ser padres y madres.

Por lo demás... ¿En verdad creemos que si el aborto permanece ilegal se va a reducir su tasa de ejecución? Eso es una mera fantasía. Mientras los católicos no generemos un cambio de ideas al respecto va a seguir habiendo abortos por la vía legal o la ilegal. Eso no causa ninguna diferencia. Excepto, por supuesto, en el tipo de condiciones en que este se realiza.

Pero no sólo los pequeños abortados son santos inocentes. Aquí cabe mencionar también a todos aquellos pequeños y pequeñas hijos e hijas de Dios que han sido mandados a asesinar por el egoísmo de los demás en un sistema en el que la mayoría a penas tiene qué llevarse a la boca, mientras unos pocos tienen tanto como para decorar sus teléfonos celulares con oro y diamantes o comprarse yates de super lujo sin compartirlo (el dinero), acentuando la injusticia. Eso también incluye las mitras adornadas con oro y gemas preciosas que representan un escándalo para el mensaje de Jesús, especialemente cuando quien las usa se atreve a decir que se solidariza con Haití y sus desgracias.

Que Dios ilumine y aconseje a esa madre que se ve obligada a matar a su hijo porque no tiene ni un pedazo de pan duro que darle. Que también ilumine al campesino que perdió su cosecha por las inundaciones o las heladas acentuadas por el cambio climático que nuestros gobiernos están reacios a detener, sin entender que para que ellos puedan gobernar y lucrar se necesita un clima estable capaz de sostenernos a todos.

Mientras que a nosotros como católicos únicamente nos queda actuar por esos pobres y desamparados de la mano del sistema capitalista y hacerles saber que son de Dios. Por eso es nuestro deber ayudarles en la medida de nuestras posibilidades. Darles de comer, beber, regalarles algo para vestir mientras encuentran trabajo. Darles un trabajo si somos esos empresarios. Hace falta que hagamos algo por esos pequeños inocentes que, aunque ciertamente son responsables por su situación, tal vez haga falta un pequeño empujón para que puedan salir adelante.

Están también esos inocentes que no han sido capaces de soportar la homofobia imperante en la sociedad y se deprimen. Niños, adolescentes y en ocasiones también adultos que sienten que su orientación sexual es diferente pero que son atacados por comentarios homófobos por parte de la familia, la sociedad o la Iglesia aun antes de que tengan el valor de salir del clóset. Ellos necesitan alguien que los reciba y acoja para hacerles saber que lo que sienten es completamente normal, y así evitar que tomen la puerta falsa del suicidio. Hacerles saber que Dios los ama porque así los creó, a pesar que muchos quieran utilizar la Biblia para justificar su odio irracional. Para esas personas un simple mensaje que espero que puedan entender: "AMARÁS a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo com a ti mismo". En eso se resumen toda la Ley y los Profetas.

Y todavía nos faltan aquellos inocentes que casi nadie menciona. Todo mundo habla de las almas de los niños abortados. Unos cuantos denuncian la inmoralidad sostenida por el sistema capitalista. Pero casi nadie habla del trato injusto que se le da a aquellos que no pueden hablar y rara vez se pueden defender. Aunque ellos no son santos, si son inocentes y mártires de nuestro egoísmo y complejo de superioridad. Se trata de los animales que utilizamos para nuestro provecho y diversión, como los toros que mencionaba al principio. Así como en el prójimo debemos ver la figura del Hijo, en la creación debemos ver las manifestaciones del Padre y por tanto respetarlas. Árboles, plantas, animales, todos sucumben bajo el poder de nuestro egoísmo, sin recordar que a Adán y a Eva Dios los puso por sobre toda la creación y los hizo responsables por ella. Así como de ellos heredamos el pecado original, también recibimos esa responsabilidad y no deberíamos ignorarla.

Cuando hablamos de inocencia automáticamente también debe venir a nuestra mente la pérdida de esta, que es la que origina el pecado. Y entonces si nos reconocemos pecadores no basta con ir a la Iglesia ante el sacerdote y confesarnos, sino realmente arrepentirnos por nuestras faltas y actuar para cambiar el sentido de nuestras vidas. Si nuestro egoísmo nos ha hecho ciegos ante todas estas situaciones, entonces hagamos una reflexión, meditemos sobre todos nuestros actos y omisiones y si realmente nos arrepentimos de ellos habrá que ir a confesarnos. Una vez ejecutada dicha acción no volver a pecar más, tarea difícil por los méritos propios. Pero con un poco de organización y mucha ayuda de la gracia divina seremos capaces de respetar la vida y la creación por encima de nuestro impulso egoista natural.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Carta a mis padres

Jueves, Marzo 27, 2008

MAMÁ, PAPÁ:

No saben cuántas veces he empezado a escribir esta carta, las mismas que la he abandonado porque me faltan las palabras o la nostalgia se hace nudo en mi garganta. Pero hoy me estoy enfrentando y no quiero parar hasta que termine. Mañana 28 será mi cumpleaños. Veintitrés años de estar aquí. Vaya que pasa el tiempo. Si hecho una mirada atrás, he vivido demasiadas cosas y desde hace unos años ustedes han estado en muy pocas.

Lo sé, todo mundo me lo ha dicho, ustedes mismos, desde que se enteraron que soy homosexual, no ha sido fácil. Créanme que tampoco para mi. No ha sido fácil sentirme solo en muchas ocasiones, vivir rupturas del corazón y llegar a casa ocultando el llanto o llorando bajito para no incomodarlos. Me duele que no compartan conmigo presentaciones de ponencias, escritos o que ni siquiera lean esta columna. Me duele el silencio que me dan y las evasiones al tema. Las murallas las ponen ustedes.

No, no ha sido fácil y de verdad quiero entenderlos, pero a veces me es complicado. Sé que su educación es muy distinta, porque les inculcaron muchas barreras. Sé que les enseñaron que el amor sólo es entre hombres que aman a mujeres y mujeres que aman a hombres. Sé que rompí con sus esquemas de tener una esposa y que los visitaríamos los domingos con los nietos. Sé que les dolió porque nadie los preparó para enfrentar una situación no prevista en la que la religión, la gente, la familia, influyen en su miedo y descontrol. Todo esto lo entiendo, pero no lo justifico. No justifico que ante lo desconocido cierren los ojos y no puedan buscar alternativas para crear nuevos lazos.

Nadie les enseñó a ser padres como nadie nos enseñó a ser hijos. En el camino aprendemos juntos. Los hijos aprendemos de los padres, pero los padres también deben aprender con y por los hijos.

Mamá, papá, aquí estoy, todavía estoy y falta poco para que emprenda el vuelo de su casa. Soy yo. No he cambiado. Sigo siendo intenso, con mi carácter a veces explosivo, con mis manías de odiar el brócoli y las calabacitas; el mismo que empezó a fumar a los 17 años, el que odia beber porque le da sueño, el mismo que llora con las películas y los libros, que ríe y abraza, que tiene metas y no se queda callado. Soy yo, el mismo que les hizo dibujos en el kinder y bailó en festivales en la primaria. El mismo que les dice que los quiere. El mismo que a nadie hace daño por amar o acostarse con alguien de su mismo sexo.Sólo es amor y el amor no tiene sexo.

Muchas veces lloré por sentir que perdemos tiempo que jamás volverá. Tiempo que podríamos aprovechar en re-conocernos, en acercarnos y compartir sin caretas la vida.

Por fortuna he aprendido a vivir con su presencia y ausencia, he aprendido a hacer otra familia con mis amigos y amigas y compartir muchas cosas con ellos(as). Cosas que me gustaría que ustedes compartieran y que se están perdiendo. Ojala tomaran en cuenta que el presente se va, y es que es tan fugaz que ni nos damos cuenta. Hoy ya son 23 años y estoy al final de mi carrera. Mañana tal vez sean 40 o quizá alguno de nosotros no esté y sabremos, demasiado tarde, que nos equivocamos. Me queda la tranquilidad de reconocer que lo intenté muchas veces, que, como esta carta, les he escrito otras antes, les he acercado información, si ustedes no la toman, yo no puedo hacer nada. El silencio y los bloqueos no son míos.

Yo sigo, mi vida sigue y está bien. Pero podría estar genial si estuvieran presentes y compartiendo este camino llamado vida. Compartiendo experiencias, pláticas, momentos, sonrisas y llanto.

La salida del closet con la familia no es fácil. Madres y padres viven procesos de asimilación que no siempre son sencillos ni rápidos. Para nadie es cómodo vivir una situación en la que se rompe con lo establecido y en la que por el silencio, el miedo, y los absurdos no cuestionados, nadie hace nada y se complican tanto las cosas. Tabúes que superan el amor que existe y que aleja a las personas.

Los entiendo, pero también pido que me entiendan a mi. Esto no es una guerra, no hagamos trincheras ni bandos. Si se sienten heridos manéjenlo, no hieran otros. No hay victimas ni victimarios. Solo ignorancia, silencio y barreras.Probablemente todo está perdido por ahora entre nosotros, podría ser que en el futuro se cambie el rumbo, lástima que sea tan inseguro y no se nos permita saber si habrá futuro y tiempo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

La Sagrada Familia

Primera Lectura: Ec. 3, 3-7. 14-17
Salmo: 127
Segunda Lectura: Col. 3, 12-21
Evangelio: Mt 2, 13-15. 19-23

Hoy celebramos la última gran fiesta del año civil para la Iglesia Católica. Se trata nada más y nada menos que de la fiesta navideña de la Sagrada Familia. Si, aquella conformada por Jesús, María y José y que los grupos anti derechos gay han utilizado para respaldar sus desatinos con respecto a la formación de familias homoparentales.

Los más moderados en este sentido son los que dicen: "que se casen si es lo que ellos quieren, son adultos y cada quien puede hacer su vida como le venga en gana. Pero eso de adoptar, ojalá no, porque pobres niños, los van a molestar durante toda su vida y los van a traumar. ¿Qué no piensan en ellos?" O argumentos similares.

Otros más fundamentalistas dirán algo así como: "Dios creo al hombre y a la mujer para que se unieran en santo matrimonio y se reprodujeran. Creo a Adán y Eva, no a Adán y Adán o Eva y Eva. Ahí está el ejemplo de la Sagrada Familia en donde José y María estaban casados y criaron al Niño Jesús. O argumentos similares.

Lo primero será dejar en claro que apoyamos completamente al sacramento matrimonial y comprendemos su importancia y necesidad.

Lo cierto es que Jesús vino a romper los duros esquemas existentes para hacer valer la Ley por medio del Amor. Aunque José y María eran heterosexuales y estuvieron casados no podemos decir que esa haya sido una familia tradicional, puesto que Jesús no era padre biológico de Jesús y entonces no se cumplió el postulado de la reproducción y perpetuación de la especie. Ellos dicen cosas de ese tipo, pero el Amor al mismo reino de Dios nos obliga a encomendar al castísimo San José a todas las parejas homoparentales y a la santísima Virgen María a todas las parejas lesbomaternales.

La familia, sin importar de qué tipo, sigue siendo el núcleo y célula principal de la sociedad. Las actitudes que han tomado respecto a las familias que formamos los homosexuales ponen en riesgo a la familia misma y la paz en la sociedad, puesto que siembran la homofobia en las casas de los buenos católicos y luego la esparcen como las flores al polen por toda la sociedad, acabando en suicidios o asesinatos que por supuesto son indeseables.

Es necesario que en tan importante institución reinen el amor y la comprensión. Escuchemos las palabras del Apóstol y pongámoslas en práctica. Imitemos todos y todas el ejemplo de José que obedeció la voluntad de Dios y llevó a su familia a experimentar el duro transe de la migración, además del de la pobreza que las normas legales y sociales los obligaron a tener. Quien conozca un poco sobre la historia y antropología de Palestina en tiempos de Jesús sabrá que comparar a la Sagrada Familia con las familias de hoy es algo hasta cierto punto absurdo e inútil, si bien es siempre necesario encomendarnos a ellos y seguir su ejemplo.

Que los padres y madres heterosexuales de lesbianas y homosexuales sepan que su orientación es voluntad de Dios, y que así como José dudó, pero luego escuchó la voz del arcángel, luego de dudar ellos encuentren en su corazón las actitudes que deben tomar hacia sus hijos sin importar lo que diga o pueda decir la sociedad. Sean los protectores, impulsores y auxiliadores de sus hijos en todo momento, y si ellos tienen una forma diferente de amar, redoblen ese esfuerzo. Nunca los dejen solos.

Que los hijos homosexuales de padres heterosexuales entiendan que para sus progenitores, la situación que ahora les plantea la vida es algo nuevo y que por cuestiones culturales ajenas a ellos mismos tal vez no lo sepan manejar como ellos quisieran en un momento. Pero sepan que la oración y el ejemplo que les puedan dar los moveran a la comprensión y volverán a ser ese soporte que todos y todas necesitamos en nuestras vidas.

Que los hijos e hijas heterosexuales de padres homosexuales sepan que siempre podrán contar con ellos en la buenas y en las malas. Aún cuando por cuestiones legales o sociales no puedan estar juntos estén bien seguros que los llevan en el fondo del corazón y siempre encontrarán la forma de velar por su sano crecimiento, pues finalmente son sus padres y eso ni el Papa mismo lo puede cambiar.

Que los padres homosexuales de hijos homosexuales no se olviden de sembrar en ellos el amor, la comprensión y el sentimiento de paz y justicia que viene de nuestro Señor para que puedan ser personas producitivas en la sociedad en el sentido que a los hijos les parezca mejor.

Y que los padres heterosexuales paren ya de sembrar en sus hijos heterosexuales el machismo y la discriminación, puesto que estos factores hacen gran daño a la sociedad entera. Cambiemos nuestras almas de camino y volvámoslas hacia el rostro del Señor, y al igual que como oraba San Francisco: "que en donde haya odio, siembre yo amor". No vayan a ser como los "hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis", como los denunciaba la poetisa probablemente lesbiana Sor Juana Inés de la Cruz.

Y que la Sagrada Familia nos bendiga para que todos juntos en sociedad podamos crecer en el sentido del amor y la aceptación a pesar de nuestras diferentes formas de pensar para que seamos capaces de movernos en el sentido de la justicia social y podamos hacer efectiva la llegada del Reino de Dios entre nosotros y nuestra conversión personal con base en las enseñanzas del Único y Verdadero Maestro cuyo Nacimiento ayer festejamos.

sábado, 25 de diciembre de 2010

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros"

Deseo que todos ustedes hermanos míos tengan una muy feliz Navidad y estén rodeados del Espíritu del Señor durante toda su vida para que juntos seamos capaces de seguir construyendo el Reino del que el Hijo de Dios nos vino a poner los cimientos. Aquel Reino que no está regido por el peso de la Ley, sino por la misericordia del Amor. Porque Dios es Amor.

Hoy nos ha nacido un Salvador. Nos redimió de la muerte provocada por el pecado y regresó a la humanidad toda su dignidad, no sólo como criaturas, sino como hijos del Padre. Por eso es nuestro deber y salvación darle gracias siempre y en todo lugar, y la mejor forma de hacerlo es actuando. Porque como nos dice San Juan Evangelista: "En el principio era el Verbo", y ese Verbo es Jesús mismo que fue engendrado de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho. Verbo es acción y acción es testimonio.

Sacrificio también puede significar "hacer sagrado", y cuando Dios se hace hombre por amor a su creación nos hace parte de esa sacrilidad a la que debemos honrar con nuestras buenas obras, siempre mirando a los más necesitados porque "todo aquello que hicieron por estos pequeños, me lo hicieron a mí"

Dios nos bendiga a todos los que cada día luchamos por tener un mundo más en consonancia con el Reino, en el que los derechos de todas y todos los seres humanos sean respetados. Como cristianos es nuestra tarea seguir el ejemplo que nos vino a dar Jesús y, como su Madre nos pide: "hagan todo lo que Él les diga", pues es Consejero admirable, Dios poderoso, Príncipe de la paz. Volvámonos pues a Él y provoquemos que esa paz suceda desde el interior de nuestras familias, que a la sasón, siempre que luchen por estos ideales en la sociedad son bien vistas por el Padre sempiterno, sin importar si son homoparentales, uniparentales o tradicionales.

Vivamos pues el ejemplo de Jesús y no nos olvidemos de Él en esta Navidad, en la que más que celebrar el cumpleaños de Cristo, celebramos el gran regalo que por amor dio Dios al mundo, su Hijo Amado en quien tiene todas sus complacencias.

Gloria in excelsis Deo

jueves, 23 de diciembre de 2010

Acto para acostar al Niño Jesús en el pesebre

Antes de la cena de Navidad se reúne la familia (por si acaso, no hablamos sólo de una familia tradicional) junto al Nacimiento.

Se canta un villancico: El Tamborilero.

Acto penitencial (Presidido por el o la jefe de familia)
P: Para prepararnos a recibir a Dios que se hizo hombre para salvarnos, reconozcamos que somos pecadores y que necesitamos su salvación.
Todos: Yo confieso...

Lectura del Evangelio
P: Recordemos lo que pasó aquella noche bendita hace más de dos mil años (Se lee el Evangelio según San Lucas 2, 1-14)
Todos: Te alabamos, Señor.

Acostamiento del Niño.
P: Antes de colocarlo en el nacimiento, (se menciona el nombre del más pequeño de la familia) va a darnos a besar al Niño Dios.

Villancico: Noche de Paz

Peticiones
P: Pidámosle al Niño Dios que así como es el centro de este Nacimiento, sea todos los días el centro de nuestra familia y nuestra vida.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
P: Que él, que no vino a ser servido sino a servir, nos enseñe y ayude a ser serviciales unos con otros, dentro y fuera de casa.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
P: Que Jesús, que quiso nacer pobre pudiendo ser rico, nos enseñe a no querer todo y a estar contentos nuestro ritmo de progreso.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
P: Que Jesús, que vino a perdonarnos, nos enseñe y ayude a aceptar a los que piensan diferente.
Todos: Te lo pedimos, Señor.
P: Que Él, que vino a fundar la mejor familia del mundo, haga que en la nuestra reine el amor y el deseo de ayudarnos mutuamente.
Todos: Te lo pedimos, Señor.

Villancico Final: Adeste Fideles

domingo, 19 de diciembre de 2010

4º Domingo de Adviento

Primera Lectura: Is 7, 10-14
Salmo: 23
Segunda Lectura: Rm 1, 1-7
Evangelio: Mt 1, 18-24



Jesús de la Navidad:

Esta semana celebraremos tu venida: en la iglesia, en casa, en el corazón. Nos gustaría acercarnos a la fe primitiva de Pablo: para él tu vida es "evangelio" (buena noticia); él se siente servidor tuyo (nunca sustituto, ni sucesor, ni vicario); él se siente volvado en misma tarea porque se "vio" alterado por tu mismo amor; había percibido el amor gratuito, la "gracia" del Padre en tu persona.

Nosotros, como Pablo, creemos en Ti, Jesús de Nazaret: verdad humana de nuestra carne y sangre, débil y enfermiza; creemos en Ti, misterio de vida llena del Espíritu Santo, existencia resucitada que alienta y comparte nuestra vida.

Nosotros, como Tú, Jesús de la Navidad, podemos oír la llamada del Padre: a través de los enfermos sin esperanza; a través de los niños condenados prematuramente... a través de los jóvenes sin futuro, a través de los sin trabajo, los explotados, excluidos... a través de los tirados en las calles, sin techo... a través de los carentes de amor, de compañía, de comprensión... a través de los discriminados por su orientanción sexual.... a través de los que buscan sentido profundo y pleno a su vida... a través de los utilizados por las diversas ofertas religiosas... a través de la vida a medio hacer que nos invita a crear nuevas realidades, a imaginar mundos mas dichosos, a secar lágrimas, a disipar dolores y soledades, a romper miedos y cadenas, a inventar vida para todos.

Necesitamos ser animados por el mismo Espíritu que te hizo "Navidad",
  • Espíritu que llena el Universo,
  • Espíritu que ayuda a percibir lo que Dios quiere,
  • Espíritu que inundó las entrañas de tu Madre Máría de Nazaret,
  • Espíritu que guió tus pasos por nuestro mundo,
  • Espíritu que recibieron tus discípulos tras tu muerte,
  • Espíritu que sigue hoy haciendo "cristianos", fortaleciéndolos y animándolos a ser testigos de tu amor.

Pablo nos anima hoy a sentir la presencia del amor de Dios en nuestra vida. "A todos ustedes, los que viven en Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, les deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor".

Así es un cristiano: persona que se siente "amada de Dios", esté donde esté "está en una situación de gracia". Por Jesús ha percibido que Dios la ama sin merecerlo, gratuitamente; "siente la eficacia de la poderosa fuerza de la gracia" en muchos momentos y lugares de su vida... y esa gracia le lleva a orar, a compartir y a complicarse la vida por los más débiles y esa gracia le proporciona la paz más entrañable y alegre.

La Navidad viene cada año a reverdecer esta verdad eterna:
  • "Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos...
  • "Ha aparecido la bondad de Dios qy su amor al hombre...
  • "Ahora nos ha hablado por el Hijo...
  • "Y Aquel que es Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros...

Esta es, Jesús de todos, la gran noticia de la Navidad, de tu Navidad.
  • Tú nos traes el amor universal, incondicional, del Padre;
  • Tú eres el hermano mayor que reúne a todos en igual dignidad;
  • Tú eres el niño que se siente amado y ama sin medida;
  • Tú te entregas en cada niño, en cada ser débil, a amar y ser amado.

¿Seremos capaces de sentir tu presencia en esta Navidad de 2010? O ¿Seguiremos con nuestras leyes sin entrañas, con nuestros grupos sin apertura, con condenas inmisericordes para quien no piensa como nosotros, con excomuniones alardeadas o silenciosas? Jesús de la Navidad, que aparezca ante nuestros ojos tu gracia, tu bondad, tu amor, tu vida.

Corona de Adviento: Cuarto Domingo

La Anunciación



Para empezar:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las tres velas de los domingos anteriores recordando cómo se fue haciendo la luz para los hombres en la promesa de salvación, en la alianza con Noé y la alianza con Moisés. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el pasaje de La anunciación de San Lucas 1, 26-38:

Con el mensaje que el ángel lleva a María se hace realidad la promesa de salvación a los hombres. Gracias a su "sí" se pudieron llevar a cabo los planes de dios para el mundo.

Vela:

Se enciende la cuarta vela que representa la llegada de Cristo a los corazones.

Oración:

Señor, te pedimos nos ayudes a estar siempre dispuestos a dar un "sí" a lo que nos pidas en nuestras vidas.

Reflexión:

Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:
¿Cómo hemos cumplido con lo que Dios nos ha mandando en nuestras vidas? ¿Qué tanto hemos aceptado la voluntad de Dios en nuestras vidas? ¿Estamos dispuestos a dar un sí a lo que Dios nos pida?

Propósitos:

Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede decir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:

Te damos gracias, Señor, por haber enviado
a tu Hijo a salvarnos y
por darnos una Madre en el Cielo.
Amén.

Cantar: "Dijo que sí María"

Dijo que sí María, cuando al amanecer
pudo ofrecer su casa al Santo de Israel.
Era un jardín la Virgen, Dios quiso ser clavel,
nunca mi pobre tierra, fuera tan buen vergel.

Dijo que sí María y al recibirle a Él
en su morada humilde nos acogió también,
Madre de Dios y nuestra, Virgen de Nazaret,
En tu jardín de amores yo quiero florecer.

Dijo que sí María cuando al amanecer,
supo Dios quería en su jardín nacer.
nunca mi pobre tierra fuera tan buen vergel
Dijo que sí María cuando al amanecer,
Dios la envolvió en su sombra.

jueves, 16 de diciembre de 2010

¡Consumismo, consumismo, consumismo!

Faltan sólo nueve días para que acabe el Adviento y empiece la navidad. En México hoy empezaron las Posadas y en todo el mundo vamos haciendo ya los preparativos para las celebraciones litúrgicas y seculares de la Noche Buena y la Navidad. Desde el mes pasado hemos sido bombardeados en las señales abiertas de TV con cientos de anuncios comerciales sobre juguetes y en las señales de paga, además de los juguetes nos hemos visto rodeados de publicidad sobre perfumes, autos, ropa, inversiones, créditos y demás.

Los pequeñines ya van pensando en escribir sus cartas para Santa Claus, los Reyes Magos o el Niño Jesús, según la tradición del lugar del mundo en el que viven. Los varoncitos dudan entre si pedir un X-box, un Wii o un PSP, mientras que las damitas no saben si una Barbie, una My Scene o una princesa de Disney. Los adultos ya van pensando en el pavo, el pollo, los romeritos, el vino, la sidra y todo lo demás que haga falta para le cena o la comida de estas fiestas, que es propio celebrar en familia o con los amigos. Y para sorprenderlos nos vamos haciendo a la tarea de pensar en qué les vamos a regalar, pues la Navidad hay que disfrutarla todos.

A quien no me crea sólo dese un breve paseo por alguna tienda de cualquier cadena comercial, la que sea. No hay diferencia entre una u otra. Observen bien y tal pareciera que hay ofertas de fin de año que sería pecado perderse. En diciembre el poder adquisitivo aumenta, bien porque hemos estado pensando en ahorrar para esta época del año, lo cual es poco probable. O bien porque hemos recibido un crédito o un préstamo de alguna institución para poder gastar el dinero que no tenemos y llenar un vacío en nuestras vidas, lo cual parece mucho más probable.

Este novenario de navidad se vive con intensa emoción, no importa si se viven en América, Europa, Asia, África u Oceanía. Y en algunos lugares están por aparecer las compras de pánico en la tarde del día 23 y la mañana del 24. Regalos, vacaciones, viajes, comida. Todo este ambiente se vive. Y cuando llega enero, quedan los buenos recuerdos y un vacío empieza a crecer en nuestro interior, aquel que se tendrá que volver a llenar en diciembre del año que está por empezar, eso sin mencionar el de la cartera.

Y todo esto sucede básicamente por una sola cosa. Somos tan egoístas que olvidamos que la Navidad es la fiesta en que tradicionalmente celebramos el nacimiento del niño Jesús, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen María que lo concibió por obra y gracia del Espíritu Santo luego de ser consultada por al Arcángel Gabriel.

La familia, los amigos y los conocidos recibien felicitaciones y abrazos, pero pocos se acuerdan del Niño Jesús y le dan su tan merecido regalo. Una oración de agradecimiento o una felicitación son acciones muy loables. Pero una verdadera acción navideña radica en ayudar a quien lo necesite. Las obras de misericordia son una excelente lista de regalos que podemos ir pensando en darle al Señor. Dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo o dar posada al que está en la calle. Lo que salga de nuestro corazón y por cierto, hacerlo con alguien que conocemos pero que nunca hablamos, como el limosnero de la iglesia, el vagabundo de la banqueta, la familia pobre del barrio vecino.

Siendo habitantes de esta cultura occidental u occidentalizada, nos será un poco difícil separnos de todo este frenesí consumista. No pido que dejemos de hacerlo, pues es nuestra forma de vida y nuestra tradición. Pero si sugiero que la modifiquemos un poco y nos movamos hacia Cristo, quien está en los más necesitados.

Y a propósito de mis compatriotas mexicanos que desde hoy se agasajan con las posadas, he de dejarles esta reflexión que vi en el diario milenio en linea anoche. Mientras que para los ciudadanos de la aldea global quede este video. Sólo recordemos que el Adviento todavía no se acaba y nuestra obligación cristiana es para todo el año. Dicho esto, ahora sí: ¡¡¡FELICES FIESTAS!!!

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Posadas

Embriáguese si quiere, si no puede evitarlo, pero por favor no la llame “posada”.
La tradicional posada mexicana era una fiesta popular, religiosa, con un poco de sano jolgorio.
Lo importante era salir en familia a peregrinar y cantar villancicos.
Romper piñata, rezar un poco y luego cenar las viandas elaboradas en el barrio.
Lo de ahora son borracheras con bailongo hasta que el cuerpo aguante.
Son noches de muerte en pleitos y accidentes mortales por conducir ebrios.
Los medios llevan la cuenta no de las bendiciones, sino de los muertos en las posadas.
De esos desfiguros, ¿también vamos a culpar al crimen organizado?

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domingo, 12 de diciembre de 2010

Virgen Santa María de Guadalupe


¿Qué no estoy yo aquí que soy tu Madre?

Para los ojos de cualquier observador que haya visitado este blog habrá sido fácil darse cuenta que el mismo está dedicado a la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo y a la siempre Virgen Santa María de Guadalupe, Madre del Verdadero Dios por quien se vive. El año nos ha traído nuevamente su día y hablaremos un poco de ella.

La historia nos cuenta que en el año del Señor de 1531, se apareció la Virgen a un indio llamado Juan Diego, a quien ella llamaba el más pequeño de sus hijos. Trasciende que en ese tiempo los indígenas tenían un enorme rencor contra los españoles por la guerra que diez años antes les habían ganando tomando con ello la enorme y hermosa ciudad de Tenochtitlán. Las ideas de un nuevo Dios no entrarían al pueblo indígena por más monjes y catequistas que se mandaran por parte de la Corona o del Triregno. A pesar que los indígenas consideraron dioses a los españoles por sus diferencias fisionómicas.

Y entonces sucedió un hecho inimaginable. La misma Madre de Dios decidió venir al Cerro del Tepeyac, en el que tradicionalmente se rendía culto a la diosa azteca Tonantzin. Y como ya sabemos nosotros, ella se aparece en distintas regiones utilizando los rasgos físicos de las personas que ahí habitan. En este caso no se trata de un símbolo para privilegiar la invasión que los europeos hacían en el imperio mexica, sino para indicar el nuevo camino a seguir para generar una nueva raza, fruto de la mezcla de los indígenas oriundos de América, los esclavos provenientes de África y los conquistadores de Europa. Esa raza nueva sería la mexicana.

Por ahora dejaremos de lado lo que corresponde al injusto trato que se hizo y se sigue haciendo a los indígenas mexicanos, tema que deseé tratar en la festividad de San Juan Diego y que por estar aún corto de conocimientos dejé de lado, y hablaremos de la oportunidad del sincretismo. El culto mexicano se vio fuertemente identificado con el culto cristiano (Hay verdades que todas las religiones tienen, pues Dios es Uno y su Salvación es para todos; el Concilio Vaticano II hace eco de esto y nos lo rectifica) y los indígenas, que ya estaban acostumbrados a sacrificarse por sus dioses, vieron en el Sacrificio de Jesús por la humanidad y sus enseñanzas de vida a un Dios más cercano a la Única Verdad, de la cual ningún Ser Humano, excepto Cristo mismo, es depositario.

Pero en la Iglesia han habido más sincretismos y no todos han sido auspiciados por la Santa Virgen María, sino que en algunas ocasiones la razón también ha triunfado y ante las demostración inexorables del dogma científico, la jerarquía eclesiástica ha reconocido sus errores y ha pedido perdón por ellos. Me refiero particularmente al caso del célebre astrónomo Galileo Galilei, quien para evitar ser condenado por sus ideas tuvo que renunciar a ellas y reconocer que iban en contra de la doctrina y enseñanzas del magisterio católico, pero varios siglos después podemos observar que el mismo Vaticano tiene su observatorio espacial, el cual descansa, por supuesto en las teorías de Galileo.

Y menciono estos casos porque en el mestizaje que la Virgen de Guadalupe nos enseña veo la clara oportunidad de unir y hacer uno solo lo que parece imposible de unir. Para el mexicano, ser guadalupano es algo especial, subconciente, intangible. Se trata de un valor que todos y todas tenemos, si no religiosa, si culturalmente, al grado que podemos decir que hasta los judíos mexicanos son guadalupanos en lo que a cultura toca, pero eso es tema para otro blog.

En nuestros días nos parece imposible que los homosexuales seamos aceptados dentro de la Iglesia, o que la Iglesia sea aceptada al interior de la comunidad LGBTI. Pero yo no me voy con esa apariencia y precisamente por eso he creado este espacio de sincretismo. Bajo el pontificado de Su Santidad Benedicto XVI se han cometido horribles vejaciones contra los homosexuales de todo el mundo católico. Durante siglos los homosexuales han encontrado en la Iglesia un refugio contra la homofobia social, pero ahora, tras los escándalos de pedofilia se ha optado por la terrible medida de prohibir la entrada de homosexuales o personas que sean sospechosos de homosexualidad a nuestros seminarios.

Se puede desacatar la voluntad del Papa o de los obispos, se puede desacatar la voluntad del padre o de la madre en la familia, se puede desacatar la voluntad del rector o el director en el mundo académico, y también la del presidente, rey o primer ministro de algún país. Pero lo que no se puede desacatar es la voluntad de Dios. Si el Señor llama a alguien a su servicio, y lo hace a través de la vocación sacerdotal, no entendo cómo es que el Papa dice que “Los seminaristas homosexuales no pueden ser sacerdotes porque su orientación sexual los distancia de la recta paternidad". Si Dios es el que llama, el Papa debe obedecer y siendo prudentes los sacerdotes aumentarían al rededor del mundo. No hay crisis de vocaciones, hay trabas burocráticas eclesiales a la voluntad del Señor.

Por eso veo en la Virgen de Guadalupe la oportunidad perfecta para acabar con esas falsas pretensiones y llegar a la verdadera aceptación de la religión católica dentro de la comunidad LGBTI (por quien quiera hacerlo), como sucede por ejemplo con el budismo, pero especialmente que se acabe con la homofobia institucional y los obispos católicos y con ellos todos los demás respeten y acepten al homosexual tal cual es.

Es mi deseo que hoy se viva en grande la fiesta en toda América Latina, puesto que la Virgen de Guadalupe es reina de México y patrona de las Américas, pero más que disfrutarlo entendamos y comprendamos el mensaje de amor e inclusión que en nombre de su Hijo viene ella a darnos.

Corona de Adviento: Tercer domingo

Los Mandamientos



Para empezar:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se encienden las dos velas de los domingos anteriores recordando cómo la luz fue regresando para el hombre con la promesa de salvación y con la alianza de Noé. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el libro del Éxodo:

Moisés fue escogido por Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Este es un símbolo de la liberación del pecado por la venida de Jesús al mundo. Más adelante, Dios le da los diez mandamientos a Moisés en el monte Sinaí, con los que nos muestra el camino para la salvación y se abre una luz en la vida de los hombres.

Vela:

Se enciende la tercera vela, que representa al amor de Jesús por los hombres.

Oración:

Te pedimos Señor nos ayudes a cumplir con tus mandamientos para poder acercarnos a Ti durante toda nuestra vida.

Reflexión:

Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura anterior:

En la familia: ¿cómo estamos cumpliendo los mandamientos de Dios? ¿Qué mandamiento nos está costando más trabajo cumplir?

Propósitos:

Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar esta semana.

Para terminar:

Te damos gracias Señor por dejarnos un camino a seguir con tus mandamientos y te pedimos nos ayudes a cumplirlos para preparar nuestro corazón a tu venida. Amén.

Cantar: "Allanad los caminos"

Hay que allanar las sendas de la vida,
porque el Señor está cerca. (bis)

Los ojos de los ciegos se han despegado.
Las lenguas de los mudos cantan tu gloria,
los cojos han saltado como los ciervos:
todo quiere hacerse vida.

Estad siempre alegres en el Señor.
Sed fieles y constantes en el orar.
Guardaos de maldades y desprecios:
Dios cumple sus promesas.

Si quieres que cumpla las profecías;
si quieres la gloria de tu Señor;
si quieres que tu Dios venga a visitarte:
Cuida y limpia sus caminos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (versión oficial)

Juan Diego Cuauhtlatoatzin fue el vidente en las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, que tuvieron lugar del 9 al 12 de diciembre de 1531. A este importante evento se le conoce como el Acontecimiento Guadalupano.

Festividad: 9 de diciembre.

Fecha de beatificación: 9 de Abril de 1990 por Juan Pablo II en el Vaticano (la ceremonia de confirmación tuvo lugar el 6 de mayo de 1990 en la ciudad de México).

Fecha de canonización: 31 de Julio de 2002 por Juan Pablo II en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe (México).

Introducción.

Juan Diego, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, en el barrio de Tlayácac, región que pertenecía al reino de Texcoco; fue bautizado por los primeros franciscanos, en torno al año de 1524. En el tiempo de las Apariciones, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad, y tenía apenas dos años de viudo ya que su mujer María Lucía había muerto en 1529.

Juan Diego era profundamente piadoso, acudía todos los sábados y domingos a Tlaltelolco, un barrio de la Ciudad de México, donde aún no había convento, pero sí una llamada "doctrina", donde se celebraba la Santa Misa y se conocían "las cosas de Dios que les enseñaban sus amados sacerdotes"; para esto, tenía que salir muy temprano del pueblo de Tulpetlac, que era donde en ese momento vivía, y caminar hacía el sur hasta bordear el cerro del Tepeyac.

El sábado 9 de diciembre de 1531 sería un día muy especial, pues al pasar a lo largo de la colina del Tepeyac, escuchó que provenía de ella un maravilloso canto y una dulce voz lo llamaba desde lo alto de la cumbre: "Juanito, Juan Dieguito". Llegando a la cima, encontró a una hermosa Doncella que estaba ahí de pie, envuelta en un vestido reverberante como el sol. Hablando en perfecto náhuatl, se presentó como la Madre de Ometéotl, del único Dios de todos los tiempos y de todos los pueblos, cuya voluntad era el que se levantara un templo en aquel lugar para dar todo su amor a todo ser humano, por lo que le pide que sea su mensajero para llevar su voluntad al obispo.

Las dificultades refuerzan y ayudan a profundizar la fe.

Juan Diego se dirigió al obispo, fray Juan de Zumárraga, y después de una larga y paciente espera, el indio mensajero le comunicó todo lo que había admirado, contemplado y escuchado, y le dijo puntualmente el mensaje de la Señora del Cielo, la Madre de Dios, que le había enviado y cual era su voluntad que se le erija un templo para, desde ahí, dar todo su amor. El Obispo escuchó al indio incrédulo de sus palabras, y reflexionando sobre este extraño mensaje.

Juan Diego regresó al cerrillo ante la Señora del Cielo, y le expuso cómo había sido su encuentro con el jefe de la Iglesia en México. Juan Diego entendió que el obispo pensaba que le mentía o que fantaseaba, y con toda humildad le dijo a la Señora del Cielo que mejor enviara a algún noble o alguna persona importante ya que él era un hombre de campo, un simple cargador, una persona común sin importancia, y con toda sencillez le dijo: Virgencita mía, Hija mía menor, Señora, Niña; por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía".

La Reina del Cielo escuchó con ternura y bondad, y con firmeza le respondió al indio: ""Escucha, el más pequeño de mis hijos, ten por cierto que no son escasos mis servidores, mis mensajeros, a quien encargue que lleven mi aliento, mi palabra, para que efectúen mi voluntad; pero es necesario que tú, personalmente, vayas, ruegues, que por tu intercesión se realice, se lleve a efecto mi querer, mi voluntad. Y mucho te ruego, hijo mío el menor, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo. Y de mi parte hazle saber, hazle oír mi querer, mi voluntad, para que realice, haga mi templo que le pido. Y bien, de nuevo dile de qué modo yo, personalmente, la siempre Virgen Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando"."

Así que al día siguiente regresó ante el obispo para nuevamente darle el mensaje de la Virgen y el Obispo le pide una señal que confirme su mensaje. Juan Diego al regresar abatido a su casa se encuentra con que su tío se encuentra gravemente enfermo y ante la eminente muerte le pide a su sobrino que vaya a la Ciudad de México para que buscara un sacerdote para que le diera los últimos auxilios, así que el 12 de diciembre, muy de mañana Juan Diego corrió hacia el convento de los franciscanos en Tlaltelolco, pero al acercarse al lugar donde se había encontrado con la hermosa Doncella, reflexionó con candidez, que era mejor desviar sus pasos por otro camino, rodeando el cerro del Tepeyac por la parte Oriente y, de esta manera, no entretenerse con Ella y poder llegar lo más pronto posible al convento de Tlaltelolco, pensando que más tarde podría regresar ante la Señora del Cielo para cumplir con llevar la señal al Obispo.

Pero María Santísima salió al encuentro de Juan Diego y le dijo: ""¿Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿A dónde vas, a dónde te diriges?"". El indio quedó sorprendido, confuso, temeroso y avergonzado, y le comunicó con turbación la pena que llevaba en el corazón: su tío estaba a punto de morir y tenía que ir por un sacerdote para que lo auxiliara.

María Santísima escuchó la disculpa del indio con apacible semblante; comprendía, perfectamente, el momento de gran angustia, tristeza y preocupación que vivía Juan Diego; y es precisamente en este momento en donde la Madre de Dios le dirige unas de las más bellas palabras, las cuales penetraron hasta lo más profundo de su ser:

"Escucha, ponlo en tu corazón, Hijo mío el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió; que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?"" Y la Señora del Cielo le aseguró: ""Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe; que no te apriete con pena la enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por ahora. Ten por cierto que ya está bueno"."

Y efectivamente, en ese preciso momento, María Santísima se encontró con el tío Juan Bernardino dándole la salud, de esto se enteraría más tarde Juan Diego.

Juan Diego tuvo fe total en lo que le aseguraba María Santísima, la Reina del Cielo, así que consolado y decidido le suplicó inmediatamente que lo mandara a ver al Obispo, para llevarle la señal de comprobación, para que creyera en su mensaje.

La Virgen Santísima le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes se habían encontrado; y le dijo: ""Allí verás que hay variadas flores: córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas: luego baja aquí; tráelas aquí, a mi presencia"."

Juan Diego inmediatamente subió al cerrillo, no obstante que sabía que en aquel lugar no habían flores, ya que era un lugar árido y lleno de peñascos, y sólo había abrojos, nopales, mezquites y espinos; además, estaba haciendo tanto frío que helaba; pero cuando llegó a la cumbre, quedó admirado ante lo que tenía delante de él, un precioso vergel de hermosas flores variadas, frescas, llenas de rocío y difundiendo un olor suavísimo; y comenzó a cortar cuantas flores pudo abarcar en el regazo de su tilma. Inmediatamente bajó el cerro llevando su hermosa carga ante la Señora del Cielo.

María Santísima tomó en sus manos las flores colocándolas nuevamente en el hueco de la tilma de Juan Diego y le dijo: ""Mi hijito menor, estas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al Obispo; de mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo, y que por ello realice mi querer, mi voluntad; y tú ..., tú que eres mi mensajero... en ti absolutamente se deposita la confianza."

Después de un largo tiempo de espera pudo estar delante del Obispo, y en cuanto lo oyó, comprendió que Juan Diego portaba la prueba para convencerlo, para poner en obra lo que solicitaba la Virgen por medio del humilde indio. Y en ese momento, Juan Diego entregó la señal de María Santísima extendiendo su tilma, cayendo en el suelo las preciosas flores; y se vio en ella, admirablemente pintada, la Imagen de María Santísima, como se ve el día de hoy, y se conserva en su sagrada casa. El Obispo Zumárraga, junto con su familia y la servidumbre que estaba en su entorno, sintieron una gran emoción, no podían creer lo que sus ojos contemplaban, una hermosísima Imagen de la Virgen, la Madre de Dios, la Señora del Cielo. La veneraron como cosa celestial. El Obispo "con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra." Además, el obispo confirmó también la salud del tío Juan Bernardino, quien declaró que en ese presido momento a él también se le había aparecido la Virgen, exactamente en la misma forma como la describía su sobrino, y que la hermosa Doncella le había dicho su nombre: LA PERFECTA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE."

Desde ese momento Juan Diego proclamó el milagro y el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, un mensaje que proclamaba la unidad, la armonía el inicio de una nueva vida.

Todos contemplaron con asombro la Sagrada Imagen. "Y absolutamente toda esta ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino a ver, a admirar su preciosa Imagen. Venían a reconocer su carácter divino. Venían a presentarle sus plegarias. Mucho admiraron en qué milagrosa manera se había aparecido puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó su amada Imagen."

La nueva Jerusalén renovándose a si misma

Mucho gusto da ver este tipo de noticias, aunque generan un poco de preocupación por lo que respecta a otro desmembramiento oficial de la Iglesia. De todas formas, sería un hecho realmente cristiano que todos los sacerdotes gay, y no sólo ellos, sino los que se sienten incómodos con el antievangelismo que frecuentemente se da en las esferas vaticanas, se pronunciaran por la justicia social y obligaran al Vaticano a doblegarse ante la voluntad divina. Pero como decía mi abuelo: "soñar no cuesta nada". En cuanto al objetivo de la noticia, espero que los argentinos no duden en acudir a este llamado que a través del padre Alessio hace nuestro Padre Dios.

Los rebeldes de la Iglesia dan pelea
10 (09 en la zona horaria del centro de México) de diciembre de 2010 Juan D'Alessandro en Día a Día

No quieren fundar otra iglesia. Dicen que se trata de “la misma, pero otra”. Aseguran que es la corriente que, desde Jesús, siempre estuvo, pero que ha sido silenciada a la largo de los años por “la jerarquía monárquica” de la institución. Un grupo de sacerdotes cordobeses que se encolumna es esta corriente y fuera de la “órbita del Vaticano” abre el juego y proclama: “Para ser cristiano no hay que pedirle permiso a nadie, ni siquiera a la Iglesia”.

La palabra iglesia proviene del latín ecclesia, tomada del vocablo griego “asamblea”. Iglesia, entonces, significa asamblea, “reunión de personas para discutir y adoptar decisiones”. Y mañana, en la capilla de barrio Altamira, este grupo de curas celebrará una asamblea para decidir cómo van a fortalecer y expandir este espacio pensado para “vivir la fe de otra manera”. Será la quinta asamblea del año para el grupo de sacerdotes Enrique Angelelli y los “curas casados”, pero mañana, por primera vez, se abre a la comunidad.

Religiosos, laicos o ateos. Heterosexuales y homosexuales. Casados y divorciados. Todos. No hace falta ser católico, ni siquiera ser creyente. “Basta con tener la intención de trabajar por la dignidad de los hombres”, dice el padre Nicolás Alessio, vocero espontáneo de este movimiento.

“Nuestra única preocupación es un mundo más humano. Tenemos que estar atentos a los problemas básicos que vivimos hoy: la comida, la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, los recursos naturales, la ecología. Sentimos que en esa preocupación somos fieles a Jesús, quien le devolvió la dignidad a los excluidos”, dice Alessio, ex párroco de la capilla de San Cayetano, a quien el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, le prohibió en julio pasado celebrar la misa (ver “Sancionado...”).

Según Alessio, el objetivo de esta “asamblea reunida de los discípulos de Jesús” es amar a todos sin discriminar, proteger a los pobres y pensar, acción para la cual, según él, “no hay espacio en esa iglesia Vaticana, sobre todo desde que el Papa es Benedicto XVI”.

La crisis en la Iglesia Católica es innegable. Cada vez son menos los jóvenes con vocaciones sacerdotales y a esto se suman las deserciones de curas. En Córdoba, recientemente, se alejaron de la institución los párrocos de barrio Juniors y de Villa El Libertador, y según Alessio, “la curia está teniendo problemas serios para sostener el esquema de un cura por parroquia”.

También, los fieles. “La mayoría de los cristianos descree de la institución y se aleja de ella. Aunque mantienen algunos ritos culturales, como el bautismo, no obedecen las reglas de Iglesia. Sin embargo, muchos de ellos aún se sienten cristianos y tienen un gran respeto por la figura de Cristo”. A ellos convocan.

Estos curas, que no están “bajo la orden de ningún obispo ni del Vaticano”, buscan darle un marco de contención a los que no comulgan con las opiniones de la jerarquía eclesial. A quienes piensan que los homosexuales no son enfermos, sino personas con una manera diversa de vivir el amor. A los que opinan que el catolicismo no es la única religión verdadera, porque todas son verdaderas. A los católicos que piensan que la mujer también tiene derecho a ejercer el sacerdocio, y que el Papa “tiene que salir de ese centro de poder que es el Vaticano”.

Mañana a las 20.30, en el segundo piso de la capilla de barrio Altamira (Río Paraná 1249), este grupo presentará, entre otras cosas, una propuesta para “armar un proyecto de formación que incluya a los jóvenes”.

La misa, una asamblea.

Mañana a las 20.30, en el segundo piso de la capilla de barrio Altamira (Río Paraná 1249), se celebrará la última reunión del año de este grupo de curas que siguen “a Jesús pero no al Vaticano”. Invitan a participar.

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El padre Alessio, sancionado; Julio Grassi y Von Wernich, no

Por manifestarse a favor del matrimonio gay, la jerarquía de la Iglesia le prohibió a Alessio celebrar misa y administrar los sacramentos. Lo curioso es que la institución no tomó esta medida contra el padre Julio Grassi, encontrado culpable del delito de corrupción de menores; ni contra Christian Von Wernich, condenado por violaciones a los derechos humanos. Pareciera que, para la curia, el delito más grave es pensar distinto. “Con lo que hicieron Grassi y Von Wernich manchan a la institución, pero no resquebrajan la estructura de poder”, opina Alessio, contra quien se inició un juicio canónico.

Con respecto a las actividades de cura, Alessio es firme: “Lo voy a seguir haciendo. Si alguien me pide que lo case, lo voy a hacer. Ya bendije cuatro bodas gay. No está ni permitido, está fuera de ese círculo cerrado que es la institución. Pero es correcto. Me llaman y voy”.

Legalizar el matrimonio gay sería abrir las puertas a la vida

Seguiremos denunciando a la homofobia eclesiástica hasta sus últimas consecuencias, aunque nos dé vergüenza. En vez de rechazar el matrimonio igualitario con la bola de sandeces que dice... su excelencia... debería ir creando una pastoral para acoger en el seno de la iglesia a las familias diversas y darles esa orientación de la que se queja hace falta. Si supiera que está evadiendo su labor se quedaría callado, aunque ese tipo de silencio sólo le es dado a los que tienen temor de Dios. Que los paraguayos sepan que estamos con ellos y en este mismo momento levantamos nuestra oración para que el Señor lleve a buen término esta reforma a la ley paraguaya.

Paraguay: la Iglesia dice que sería un "suicidio" legalizar el matrimonio gay

08 de diciembre de 2010   Andrés Gacigalupo en Universo Gay

La jerarquía católica de Paraguay volvió a rechazar de manera enérgica cualquier posibilidad de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, al que calificó como un “suicidio moral”.

“Existe una decadencia moral. Hay signos que llaman la atención y nos duelen”, sostuvo monseñor Claudio Giménez, quién llamó a optar por la “verdadera familia o el suicidio moral”.

"Los hombres con los hombres, las mujeres con las mujeres, los niños como objetos de placer, las familias separadas, sin orientación", expresó al hablar del tema que ha generado un gran debate en Paraguay.

"Si queremos una sociedad nueva, un Paraguay nuevo, la familia debe ser como Dios quiso desde un principio, no se la puede, no se la debe manipular jamás. Ojalá que nuestros representantes en el Parlamento no duden de eso, salvo que quieran suicidarse”, advirtió el religioso.

El tema, en el parlamento

El proyecto para aprobar el matrimonio gay en Paraguay será presentado en breve en el parlamento del país, según informó Simón Cazal, presidente de SomosGay, la principal organización que impulsa la medida. "Se trata de la armonización de los argumentos jurídicos sobre el tema", explicó Cazal quien agregó que se trata de un proyecto que busca ante todo la igualdad jurídica de las personas ante la ley.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Inmaculada Concepción

Hoy celebramos en la Iglesia Universal a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Más allá de toda opinión acerca de la historia, la teología o la doctrina de este dogma, en esta ocasión quiero recordar y pedir a Dios por todas las mujeres de la Iglesia, cuya imagen principal es precisamente la Madre de nuestro Señor.

No tenemos obispesas ni sacerdotizas ordenadas, sin embargo si tenermos abadesas (¿no sería mejor llamarlas amad?), virgenes consagradas, monjas, catequistas, las madres de los sacerdotes y de esas monjas, las madres de familia y también muchas laícas comprometidas, mujeres piadosas y pecadoras que en nuestros días son la verdadera vida de la Iglesia y a través de las cuales se mantiene viva la base que sostiene la elevada cúpula eclesiástica. Tenemos, además de la madre de Dios, otras mujeres que murieron vírgenes y mártires en el cristianismo primitivo y en muchos otros momentos y naciones, tenemos santas que nos ilustran con sus ejemplos de vida y nos inspiran a llegar por sus caminos al Verdadero Camino que es el Hijo de Dios.

Las tenemos a todas ellas y elevo una plegaria a nuestro Señor para que las mantenga siempre llenas de su amor y luz. Sin embargo, parece que algo le falta a esta Iglesia del Siglo XXI. Mientras que hemos elevado a la Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado, acá abajo, en la Iglesia Militante hemos dejado a la mujer en un papel secundario. Sé que se desenvuelven como teólogas, maestras, administradoras, oradoras, contempladoras, enfermeras, doctoras, etc., pero siempre se las somete ante la figura del sacerdote (considerado reflejo del Cristo varón) y no les damos el lugar que a nuestro lado se merecen.

La Iglesia no es machista, pero no lo es concientemente, porque subconciente y tradicionalmente lo ha sido, por lo que los hombres al interior de la Comunidad debemos mostrarnos más sinceros con ellas, agradecerles el papel que han jugado para mantener dos mil años de evangelización y ofrecerles disculpas por la forma tan desconsiderada en que las hemos tratado, para finalmente darles un lugar no arriba ni abajo de nosotros, sino a nuestro lado.

¡Que Dios las bendiga a todas y nos haga escucharlo a todos!

domingo, 5 de diciembre de 2010

2º Domingo de Adviento 2010

Primera Lectura: Is. 11, 1-10
Salmo: 71
Segunda Lectura: Rm. 15, 4-9
Evangelio: Mt 3, 1-12

¡Qué la paz del Señor esté con todos ustedes! Y ojalá en verdad lo esté. Año con año, por estas fechas del Adviento en las que solemos prepararnos para la Navidad recordamos este pasaje de la Biblia que sin duda alguna nos pide que enderecemos los caminos, porque están torcidos y pedregosos. Y año con año este pasaje se actualiza con la situación personal de nuestra vida.

El mundo entero está lleno de injusticias y faltan la paz y el amor. Y desafortunadamente la Iglesia algunas veces parece estar contagiada de esta enfermedad, en la que el capitalismo salvaje nos arrebata nuestra dignidad humana y algunos obispos y cardenales actúan como si no existiera Dios. Actualicemos las Escrituras y pongamos en lenguaje actual lo que nos dice el profeta San Juan Bautista: "yo les aseguro que hasta de estas piedras puede Dios sacar buenos católicos".

Y no sólo se trata de nuestros bienamados pastores de almas, sino también de todos los laícos y seglares que formamos la Iglesia. ¿Pero cómo ser verdaderos católicos? El profeta Isaías ya nos lo dice desde hace más de dos mil años: es la fe verdadera respaldada por las buenas obras.

Cada quien sabe cómo actúar en su entorno general. Si has de ser justo con los salarios de tus trabajadores; si has de ser leal con tu pareja de vida o si has de respetar y cuidar tu cuerpo protegiéndolo de las Enfermedades de Transmisión Sexual (por la abstinencia, la fidelidad o el condón), alimentándolo correctamente, dándole la higiene y el descanso necesarios; si has de luchar contra la discriminación injusta y la desigualdad jurídica.

Pero la forma más importante que nos señala la Palabra que nos da hoy el magisterio de la Iglesia viene en el salmo. Se trata de ayudar a Jesús a instaurar su reino de justicia y de paz. Mantener un equilibrio en el que el débil y el poderoso, los buenos y los malos, los homosexuales y los homofóbicos y todas las demás diadas que nos podamos imaginar vivan en armonía y paz sin atacarse. De eso se trata ser verdaderos católicos realmente, de glorificar a Jesús y amar a Dios por sobre todas las cosas.

Pero no todo queda en el plano físico. En nuestras ideas reside un poder muy grande, pero la batalla principal está dentro de nosotros, en nuestro espíritu. Retomo una frase de una película de reciente estreno que acabo de ver: "para eliminar el mal allá afuera, primero hay que eliminar el mal dentro de ustedes mismos". La lucha es a nivel espiritual, y mientras más en paz estemos con la Santísima Trinidad, más oportunidades tendremos de llevar a los pobres y oprimidos la jusitica y la paz. Por eso mantengámonos cerca de los Sacramentos, como fuente de Gracia que son y luego de recibirlos proclamémoslo por todo el mundo.

Algunos ya hemos puesto nuestro árbol de navidad, otros debemos estar por ponerlo. Cuando lo veamos pensemos sobre qué tipo de árbol queremos ser, aquel que por sus frutos es fácilmente reconocible como árbol del Jardín del Edén cuyo destino es dar siempre frutos a semejanza de los del Espíritu Santo, o del que cuyas raíces ya se ven amenzadas por el hacha, y que sin dar fruto será arrojado al fuego. La decisión es personal.

Corona de Adviento: Segundo domingo

La alianza con Noé.


Para empezar:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se enciende la vela del domingo anterior, recordando que existía un poco de luz por la promesa del Salvador a pesar del pecado de Adán y Eva. Se apagan las luces y se lee la siguiente explicación basada en el Génesis, capítulo 7 y 8:

En la historia de Noé, se ve como el pecado se fue extendiendo en el mundo y los hombres cada vez más se olvidaban de su amor y mandamientos. El arca de Noé nos recuerda el deseo de Dios de salvar a los hombres. El arco iris es el símbolo que nos recuerda el amor de Dios hacia los hombres.

Vela:

Se enciende la segunda vela, que es la vela de la promesa de Navidad, de la promesa de la venida del Salvador.

Oración:

Te pedimos que nos ayudes a no alejarnos de Ti por las cosas materiales, las prisas, los regalos. Te pedimos nos ayudes a vivir cerca de Ti estos días y siempre.

Reflexión:

Hacer algunas preguntas relacionadas con la lectura del Génesis del Arca de Noé: En la familia ¿qué nos está alejando de Ti en estos momentos? ¿A qué le estamos dando mayor importancia en nuestra vida?

Propósitos:

Después de la reflexión anterior, cada miembro de la familia puede compartir cuáles son sus propósitos para mejorar en la semana.

Para terminar:

Te damos gracias Señor por mandarnos a tu Hijo a salvarnos y te pedimos ayuda para preparar nuestro corazón para su venida.
Amén.

Cantar: "Levántate, pueblo mío"

Levántate pueblo mío;
pueblo mío levántate,
viene el Señor.

Brilla ya en tus calles,
en tus plazas
y en los hombres
donde hay amor.

Levántate pueblo mío,
despierta porque sale el sol,
su fuego brilla en la mañana,
el viento canta su voz.

Alégrate pueblo mío,
ya llega nuestro Salvador
Su luz nos llena de esperanza
su fuego alegra el corazón.

Su reino es de justicia,
de esperanza,
su reino es de salvación.

sábado, 4 de diciembre de 2010

El testimonio de la ex monja obligada a dejar los hábitos tras asumir su lesbianismo

22 de noviembre de 2010   Pedro Ramírez en CIPER

Hace tres años el entonces vicario para la Educación de San Bernardo, René Aguilera, le propuso a la profesora de religión Sandra Pavez que siguiera haciendo clases, pero que mantuviera en secreto su relación de pareja lésbica. La docente no aceptó y el sacerdote -que hace un mes se suicidó luego de que fuera acusado de abusos a un menor- le impidió seguir trabajando como maestra. Esta es la historia que relata la profesora Sandra Pavez, quien 22 años antes de la condena del vicario ya había sufrido la discriminación religiosa. En 1978 entró a un convento con la esperanza de sublimar su orientación sexual y permaneció ahí ocho años hasta que fue expulsada cuando, en busca de orientación, confesó que se sentía atraída por una novicia.

Sandra Pavez bordea los 50 años, pero se ve más joven. Es una mujer menuda y de aspecto frágil. Pero esa primera imagen se diluye apenas comienza a hablar. El tono de su voz, sereno, pero taxativo, la muestran enérgica y segura. No se atropella en las palabras, por el contrario, se toma su tiempo para reflexionar las respuestas. Ella dice que no quiere hacer escándalo, que sólo quiere que la gente conozca su historia de “doble discriminación” a manos de la jerarquía católica. Y consecuente con aquello, le da forma a su relato despojándolo de estridencias. Este es su testimonio:

Yo llevaba 22 años ejerciendo en el mismo colegio como profesora de religión. Nunca tuve un problema en la escuela. Era una profesora bien querida, bien respetada. Y de repente, en 2007, me llama el vicario de la Educación, el padre René Aguilera Colinier, y me pide que vaya a conversar con él. Yo ya sabía más o menos para qué era, porque habían estado llamando por teléfono a mi colegio y a la Corporación Municipal de Educación. Obviamente, iban a llamar a todos los lugares relacionados con mi trabajo para decirles mi orientación sexual.

Nunca me di la molestia de averiguar quién molestaba con las acusaciones. Mi condición sólo la sabían mis amistades más cercanas y algunas personas de mi familia. Yo convivía con una persona y toda su familia sabía. Cuando el padre René me preguntó, yo llevaba 10 años conviviendo con esa persona.

Cuando llegué a su oficina, la secretaría del vicario me dijo “han estado llamando y usted sabe que cuando el río suena es porque piedras trae”. Esperé al vicario y cuando llegó, me recibió muy amablemente. Me dijo: “Señorita Sandra, hemos recibido llamadas en la vicaría diciendo que usted es lesbiana y me gustaría que usted me dijera si esto es un cuento para perjudicarla”.

Yo podría haber hecho un cuento, haber dicho que sólo me estaban molestando por teléfono, pero mirándolo a los ojos le dije: “Sí, soy lesbiana”. Lo hice porque consideré que no tenía por qué estar ocultando lo que soy.

-Pero, ¿cómo?…, si usted es profesora de religión -me dijo.

-Sí, hace 22 años que soy profesora de religión y toda mi vida he sido lesbiana. Cuando entré a estudiar religión a la Universidad Católica me hicieron todos los tests sicológicos que se hacen a los profesores y pase por todas las entrevistas –le respondí.

-¡Usted no puede hacer clases de religión! ¿Con qué moral predica a Cristo? ¿Cómo a los niños les habla de Dios y de Cristo si usted es lesbiana? -me dijo.

-No tiene nada que ver mi orientación sexual con lo que mi corazón sienta con mi fe. Mi principio de vida es la verdad y enseñar a un Jesucristo vivo, que nos ama tal como somos -le contesté.

Él me preguntó si yo alguna vez había hablado de esto con los alumnos. Le dije que los alumnos en mi clase, porque soy profesora de religión de Educación Básica, no hablan ni preguntan sobre sexo y que sus dudas son del tipo “¿realmente venimos de Adán y Eva?”, “¿realmente existió el big bang?”, “¿qué opina de Darwin?”.

Le conté que hacía diez años tenía una pareja, que convivía con ella. Que era la primera pareja de toda mi vida.

Pero él insistió: “Igual, usted no puede ser profesora de religión siendo lesbiana. Menos conviviendo con una pareja”. Y me propuso que si yo dejaba a mi pareja, podríamos entrar a un acuerdo entre los dos. Pero yo le dije que mi pareja no era una cosa, que yo no podía llegar a mi casa y decirle “ándate, porque yo necesito seguir trabajando como profesora de religión”. Fue entonces que me dijo que yo no podía seguir haciendo clases de religión, que él me lo prohibía.

“En todo caso, hija mía, voy a orar, voy a pedir por usted, para que esto se le salga de la cabeza, para que tenga la fuerza de dejar a su pareja. Usted puede llegar a un arreglo con su pareja, puede decir que vive con una tía o que ella se vaya con un pariente, con su mamá”, le escuché decir.

-Es que yo quiero vivir con mi pareja –le dije.

-Lo que pueden hacer es que se visiten los fines de semana, pero ante el barrio donde usted vive, ante la gente, que no la vean que vive con esa mujer dentro de la casa- me dijo.

Pero, ¿si yo necesito estar íntimamente con ella?, le pregunté. “No importa, si usted tiene algo con ella, después va y se confiesa”, fue su respuesta.

Lo miré y le dije: “Padre, usted es un vicario de la Iglesia, ¿cómo me puede decir eso? O sea, Cristo sirve para sacarse las culpas”. Y lo sigo creyendo, porque el sacramento (de la confesión) no es para sacarse las culpas y seguir pecando. Por eso le insistí: “Yo no voy a cambiar mi relación con mi pareja, no voy a dejar de quererla y considero que Cristo no es un juego. Si usted o el obispo me preguntan, voy a decir la verdad”.

Cuando yo entré a hacer clases de religión, el padre Andrés Theunissen, que fue vicario de la Educación de San Bernardo, me ayudó y él sabía que era lesbiana. Yo fui religiosa de la Congregación Inmaculada Concepción de San Bernardo, monjas alemanas. Estuve ocho años. Y él sabía que del convento me quisieron sacar porque había confesado que era lesbiana.

Miradas en el jardín del convento

Los 22 años en que pudo ejercer la docencia en aula dejaron huella en Sandra Pavez. Y se nota. No sólo porque, aún cuando viste de manera informal, la sobriedad es la característica principal de su aspecto, sino porque organiza sus ideas de una manera didáctica y va dando cuerpo a su relato tal como si lo estuviera redactando. En la segunda parte de su historia, surge la huella de un primer amor que se escenificó en el lugar equivocado y que resultó imposible, pero que, por el tono de los recuerdos, marcó su vida hasta hoy:

Entré a la congregación porque cuando me sentí muy atraída por una compañera en tercero medio me desesperé. A uno, de joven, le cuesta entender. No es que yo no me quisiera o me rechazara, sino que fue por el miedo. Mi familia es católica. Mi madre fue catequista durante 20 años. En mi casa había capilla y se hacía misa los domingos en mi propia casa. Entonces, pensaba que no me iban a entender. Tenía muchos miedos. No me sentía pecadora. Nunca me sentí pecadora frente a Dios, sino con miedo frente a la sociedad.

Fui a contarle a la orientadora del colegio que estaba enamorada de una compañera. Esa compañera me sentía como su amiga. En el fondo me estaba enamorando de mi amiga. “Mira hija”, me dijo la orientadora, “tu familia es muy católica y tú eres muy católica, la mejor manera de sublimar tu orientación sexual es entrando a un convento”. Eso me quedó dando vuelta.

La orientadora no siguió conversando conmigo y el sentimiento hacia mi compañera a la larga me lo saqué sola. Me alejé de mi amiga y de un día para otro no le hablé más. Tampoco le dije “no te hablo porque siento cosas por ti”. Yo hice un corte y nadie me ayudó a hacerlo.

Salí de cuarto medio en 1978. Di la Prueba de Aptitud para que mis papás estuvieran tranquilos. Quedé en Periodismo, pero fuera de Santiago y les dije que no me quería ir. A los meses entré a la congregación. Hice todos los trámites calladita, sin decirle a mi familia.

La congregación no sabía. Me hicieron todos los exámenes habidos y por haber, tests sicológicos y entrevistas. Y quedé. En todo caso, prefiero haber sido religiosa que haberme casado, porque casada se conlleva el peso de un marido y de los hijos a los que se está engañando. Tal vez el camino que tomé no era el mejor, pero era uno en que no se dañaba a otro ser humano.

Estuve bien los primeros años. De hecho, pensaba “capaz que esto realmente me sirvió”, porque me entregué a Cristo y trabajé bastante por él. A lo mejor fue porque ninguna de las religiosas me llamó la atención. Pero resulta que llegó alguien al convento y empecé a sentir otra vez que mi corazón latía fuerte. En el convento uno no se habla con las demás, uno se relaciona muy poco, pero yo quería verla. La otra persona también sentía algo por mí. Me daba cuenta en sus miradas, en los gestos.

Un día esa persona me detuvo en los jardines del convento y me dijo: “Yo estoy sintiendo algo por ti”. Yo le dije: “No pues, hermana. Usted vino acá para ser religiosa y esto no puede ser. Yo vine aquí por amor a Cristo”. No le quise decir que estaba ahí escapando en el fondo de lo que yo realmente era. Le repetí las mismas palabras de la orientadora: “Esto usted trate de obviarlo, de sublimarlo”. Pero me dijo: “Yo sé que a ti también te gusto”.

A veces esta persona me pasaba papelitos: “Te quiero”, “necesito estar contigo”, me escribía. Lo que hubo entre esa persona y yo fueron sólo miradas y papelitos, nada más. Pero esto empezó a ser tan fuerte, que ahí sí me sentí culpable. No culpable frente a Dios, sino por llevar un hábito, haber hecho votos de castidad y aún así sentir lo que yo sentía. Ahí sentí culpa, no ante la entidad divina, sino ante la gente, ante las alumnas, los apoderados, que me veían con un hábito, como una religiosa, y yo sintiendo que mis votos no los vivía, no porque tuviera una relación física con la otra persona, que no la tenía, sino por lo que mi corazón sentía. Porque para mí la castidad no está en tener sexo, sino en lo que se siente acá (se pone la mano en el pecho).

Yo llevaba seis años cuando llegó esta novicia. Y pasé los dos años siguientes de pelea y lucha contra mis sentimientos. Cuando llevaba como un año con esto yo tenía votos temporales, pero se acercaba el momento en que tenía que tomar los perpetuos. Y me decía “¿cómo voy a hacer votos perpetuos con lo que estoy sintiendo?”

Necesitaba ayuda, necesitaba decir lo que me estaba pasando. Decidí hablar con mi maestra. Ese día yo me junté con esta niña en el subterráneo, la abracé, nada más, y le dije: “Esto no puede ser entre las dos, primero porque tú quieres ser religiosa y vas a hacer tus votos y yo ya los tengo. Esto es fuerte entre las dos, pero tiene que parar aquí, no más miraditas ni papelitos”. La apreté bien fuerte y le di un beso en la frente y subí a hablar con mi maestra. Ella también habló con la suya.

Mi maestra era alemana, muy rigurosa. “Le quiero confesar a usted que yo soy lesbiana y que en este minuto me siento muy enamorada de una joven”, le dije. La otra niña también habló con su maestra, pero era chilena y la respuesta fue muy distinta. A ella su maestra la acogió, la escuchó. A mí me condenó a las penas del infierno: “Usted tiene el demonio adentro. Satanás se metió en usted”.

-Quiero retirarme, quiero dejar los hábitos, porque yo entré aquí sabiendo que era lesbiana –le confesé.

-Pero… usted nunca lo dijo –me respondió.

-Nunca me preguntaron, me hicieron todos los tests y en ninguna parte ustedes preguntaron cuál era mi orientación sexual.

-Esto es una enfermedad -me dijo.

-Es que si fuera una enfermedad yo no habría pasado los tests sicológicos. Antes de entrar al noviciado me llevaron tres veces a una siquiatra y a una sicóloga.

-Está enferma y el demonio se apoderó de usted. Esto es obra del demonio. Se va a ir al infierno. Se va a condenar. Desde hoy, si la niña viene por esta escala, usted se va por la otra. Y no la mire. Si usted la mira, se tiene que venir a confesar conmigo y desde hoy se confiesa día por medio con el padre. Y desde hoy hasta los sueños me los cuenta. Si sueña con ella, me lo tiene que decir.

Sentí que empezó una persecución. Tenía que pasar todos los días a contarle todo lo que soñaba. Al final, a la otra niña la hicieron irse. Había que sacar a una y ella era novicia, en cambio yo ya tenía votos. Y obviamente esto tenía que quedar callado, porque la Iglesia guarda estas cosas bajo cinco llaves, para que no se sepa que adentro hay homosexuales.

Yo me confesaba con el padre Andrés (Theunissen) y le conté. Después que yo salí de la congregación, él me ayudó mucho. Falleció hace hartos años, era del Sagrado Corazón de San Bernardo. Él me dijo que tratara de calmarme, que no tuviera ansiedad, que no tuviera culpa. Me acogió: “Dios no te odia por esto. Yo te voy a ayudar con mi oración. Trata de que estas monjitas no te colapsen. Voy a hablar con tu maestra para que te ayude”.

Pero la persecución duró un año. El año siguiente yo lo pasé enferma, perdí la memoria a raíz de todo esto. Yo estaba estudiando para ser profesora de religión cuando pasó todo. Y ese verano me mandaron a estudiar a Curicó. Yo ya había hecho dos años de estudios para catequista.

“Queremos sanarla de esta enfermedad”

Sandra Pavez hoy se ve segura y confiada. Pero no siempre fue así. En 1984 colapsó. “Me costó un año volver a sonreír” cuenta. Dice que la fijación de su maestra alemana, que efectivamente la obligó hasta contarle sus sueños cada mañana, “era enfermiza y me enfermó”. Terminó en una clínica y cuando, ya recuperada, al fin se decidió a quedarse en el convento, la echaron. En esta tercera parte de su relato, cuenta la forma en que fue despojada de los hábitos y cómo llegó a ser profesora de religión:

Me mandaron a Curicó para alejarme de esta niña. Eso fue en el verano del ‘83. El año 84 yo salí del convento y en el ‘85 ya no tenía votos. En febrero del ‘84 alcancé a hacer los votos temporales. Y no me pregunte que pasó después, porque estuve sin memoria un buen tiempo. Desperté en una clínica. Los médicos me dijeron que había sufrido un colapso, un bloqueo mental por la situación de estrés que viví, por la persecución, porque estaba estudiando y tenía que sacarme buenas notas, por lo culpable que me sentía porque a la otra niña la hicieron irse. La maestra me dijo “eres tú a la que tenemos que resguardar, porque ella era novicia y parece que ella era la lesbiana, no tú. Ella te indujo”.

Cuando la niña salió del convento era tanta mi necesidad de verla que mentí. A mí no me gusta mentir, pero ahí dije que iba a ver a un hermano enfermo. Me dieron permiso y la fui a ver. Vivía lejos de San Bernardo, en Las Condes. Fui a decirle que yo la amaba y que si ella quería yo me retiraba y vivíamos juntas.

-Yo también te amo, pero no voy a vivir contigo, porque mi papá es diácono, mi hermano es sacerdote y mi hermana es religiosa. Yo me voy a quedar aquí, calladita en mi casa y tú quédate como monjita. Que este amor quede en nuestro corazón –me dijo.

Ella también tenía una vida de familia católica, apostólica y romana, más conservadora que la mía.

Me fui al convento, pedí hablar con la superiora, que era la hermana Ana María Rosende, prima del almirante José Toribio Merino. Le dije que iba a hablar con ella porque le había mentido, que no había ido a ver a mi hermano, sino a esta niña. Esa superiora, que era la provincial, no me trató mal: “Nosotros la queremos ayudar, queremos sanarla de esta enfermedad, queremos curarla. Esa niña le metió el demonio, usted era un excelente religiosa y puede dar mucho, porque tiene carisma”. Pero yo le dije que era lesbiana, que no era una enfermedad y que algún día iba a volver a enamorarme. Ella me ayudaba y la otra monja me perseguía.

A la maestra alemana tenía que pasar a verla todos los días a su cuarto y contarle mis sueños. Obviamente yo soñaba con la niña y si no le contaba, me sentía mala. Ahí sentí culpa por llevar un hábito y sentir lo que sentía. “Usted no es lesbiana, usted está enferma”, me decía, pero no me llevaban a un psicólogo. Hasta que colapsé y me enfermé. Después me retiraron con dos informes eclesiásticos por salud no compatible con la vida religiosa, no por lesbiana.

Cuando perdí la memoria me trató un doctor schoenstattiano, siquiatra, y un psicólogo también católico, aunque no religioso. A ellos les conté que era lesbiana y me apoyaron bastante. Yo apenas caminaba. Yo entré como una niñita sana al Convento y salí destrozada, llena de culpas, rechazándome. A mí me costó un año volver a sonreír. Cuando me recuperé, el siquiatra me dijo:

-Hermana, usted puede volver al Convento. Las monjas pidieron que usted vaya a su casa a estar con su familia hasta que cumpla su año de votos temporales, y ahí tendría que hacer los perpetuos. Yo le dije a la superiora que puede ser monja, si usted quiere. Pero ellas le van a decir que su salud no es compatible y que mejor se vaya. Pero eso no es lo que digo yo, es lo que dicen ellas.

El doctor me comentó que lo importante era que yo estuviera dispuesta a cumplir los votos. Cuando el doctor me dijo eso, yo pensé que, a lo mejor, con toda la experiencia de haber terminado así (enferma), podía ser más fuerte en mi fe. Pensaba: “Yo amo a Cristo y quiero enseñar a los niños a que sientan ese Cristo vivo”. Y pensé que, si no me echaban, me quedaría en el convento. Pero la monja me fue a buscar a la clínica y me dijo: “Usted se va a su casa”. Y cuando quedaban pocos días para terminar los votos temporales, la maestra me dijo lo mismo que me había advertido el doctor:

-No lo hacemos por nosotros, lo hacemos por usted, hija mía, para que usted esté bien y su salud no se vuelva a resentir. Su salud no es compatible con la vida religiosa y usted no puede volver al convento. No fueron capaces de decirme “no queremos que vuelvas, porque no queremos una lesbiana entre nosotras”.

Me quedé en mi casa. Retomé mis estudios, porque quería ser profesora de religión. Nunca me cuestioné enseñar la fe y ser catequista, sin hábito. Además, yo viví el celibato fuera del convento, porque salí y no tenía a nadie, porque yo a esa niña durante mucho tiempo no me la saqué del corazón. No tuve nada con ella. La volví a ver sólo una vez, cuando fui a una misa de las religiosas en la catedral. Nos saludamos y no quiso hablar conmigo. El miedo de ella fue más fuerte, a lo mejor, que el cariño o la pasión que sintió. Yo la recordé durante muchos años.

Cuando terminé mis estudios, entré a la Corporación de Educación Municipal de San Bernardo, en 1986. Empecé a hacer clases en la Escuela F 776 a niños que venían de un hogar de menores. Esa escuela hoy es la Cardenal Samoré, donde todavía trabajo. Yo me entregué a los niños, a su pobreza, a sus necesidades. Mis colegas y los apoderados me apoyaron mucho, porque yo a los niños siempre les dije que había que ir con la verdad por delante. Y las mamás me decían “no esperábamos menos de usted, que dio la cara y defendió la verdad”. Si sigo trabajando ahí es por el apoyo de los apoderados, de los colegas, de la directora. Y de la ex alcaldesa de San Bernardo, Orfelina Bustos, que conocía a mi mamá, y de su director de Educación, que me dieron el cargo de inspectora general, porque yo no podía hacer clases de religión.

La oferta del obispo

Al enterarse de la muerte del hombre que la había despojado de su condición de maestra, la profesora Pavez sintió pena. Cuando se refiere a las circunstancias del suicidio del presbítero René Aguilera, acusado de abusos sexuales a un menor, baja la cabeza y un mechón de su corta melena rubia le tapa los ojos. Sus palabras transmiten un dolor que suena genuino: “El siquiatra que me ofrecieron a mí podrían habérselo ofrecido a él, porque tiene que haber estado muy mal”. No le guarda rencor, dice. “Yo de él no recibí condenación, la recibí del obispo”. En la última parte del relato, la profesora aborda la oferta que le hizo el obispo de San Bernardo para asegurar su silencio. Lo único que el pastor aseguró fue que Sandra Pavez renunciara a considerarse católica.

El decreto que hizo Mónica Madariaga en la dictadura, le da a la iglesia la potestad para entregar el certificado de idoneidad (para habilitar al profesor de religión) y lo que hizo el vicario (Aguilera) fue derogar mi certificado, suspenderlo. Eso se renovaba cada dos años. Hay que llevar la carta de un sacerdote y la del director de la escuela, que acreditan que están conformes conmigo y que yo participo en una parroquia.

El vicario tomó la decisión de suspender mi certificado porque yo no quise dejar a mi pareja. Y ahí llegué hasta el obispo que también me salió con el demonio y me dijo:

-Usted se tiene que quedar callada y esto no se tiene que saber. No haga escándalo. Si una profesora de religión, que más encima fue religiosa, dice que es lesbiana se nos viene el mundo encima. Esto es obra de Satán.

El obispo me condenó y me dijo algo que me dolió mucho: “Usted no se va a encontrar nunca con su madre en el cielo, por ser lesbiana”. Me tocó lo más sagrado que uno tiene, la madre.

Ahí me di cuenta que esto no daba para más. Sabía que me iban a quitar mi derecho a ejercer. No sabía a quién acercarme. Busqué por internet y ubiqué al Movilh (Movimiento de Liberación Homosexual). Me acerqué a Rolando Jiménez (presidente del Movilh), que me acogió muy bien y me acompañó a hablar con el obispo. Pero fue peor. Me dijo que él me negaba hablar de Dios y predicar la fe. Mientras, el vicario me decía “bueno, le doy esta semana (para separarse de su pareja) y si no, voy a tener que derogar su certificado”.

El obispo me ofreció pagarme una carrera como profesora básica de la asignatura que yo quisiera, que no fuera Religión, si yo renunciaba a iniciar las acciones judiciales. Me llevaron a la casa del obispo en el seminario. Me puso un escrito (con la oferta) y me dijo que se lo tenía que firmar ya, porque no quería que mi abogado (Alfredo Morgado) lo viera. Ese escrito se lo entregué al abogado.

El obispo mandó a mi casa a un sacerdote que yo conocía a preguntarme si quería plata. Le dije que yo tenía principios y que no quería plata sino defender mi derecho ante una jerarquía de la Iglesia que ya me había discriminado una vez y me volvía a discriminar.

Aunque producto de esta crisis al final con mi pareja terminamos la relación, desde el momento en que reconocí públicamente lo que era me siento el ser más libre sobre la tierra.

Ahora, cuando me enteré del suicidio del padre René Aguilera y de la acusación de abuso en su contra, me dio pena. Es dramático. Yo creo en Dios y en el más allá, y el alma de una persona que se suicida no queda muy bien.

El siquiatra que me ofrecieron a mí, podrían habérselo ofrecido a él, porque tiene que haber estado muy mal para quitarse la vida siendo sacerdote. Esto me dice mucho del apoyo de la jerarquía a las personas cuando están mal, cuando tienen culpa. ¿Cómo habrá estado su alma, para haber llegado a esto?

Ahora veo por qué él me dijo “vaya y después confiésese”. Pienso que a él le pesaba mucho el cargo. No se olvide que Pilatos mando a matar a Jesús por el peso del cargo. Cuando me daba un ultimátum para dejar a mi pareja, también veía en sus ojos que no era lo que él hubiera querido hacer, que detrás de él había un obispo que lo presionaba. Creo que por eso me dijo, en el fondo, “guarde las apariencias”. Yo de él no recibí condenación, la recibí del obispo.

Yo nunca supe de conductas impropias de él. Lo que sí sé es que cuando yo puse el recurso, a él lo sacaron del cargo de vicario. Yo hoy le pido a Dios por su alma, porque debe haber sido una persona católica con una presión muy grande, con la presión de una patología, porque lo que sí es patológico es aprovecharse de un niño.