“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

martes, 18 de septiembre de 2012

TOMAR EN SERIO A JESÚS


Por José Antonio Pagola

El episodio de Cesarea de Filipo ocupa un lugar central en el evangelio de Marcos. Después de un tiempo de convivir con él, Jesús hace a sus discípulos una pregunta decisiva: "¿Quién decís que soy yo?". En nombre de todos, Pedro le contesta sin dudar: "Tú eres el Mesías". Por fin parece que todo está claro. Jesús es el Mesías enviado por Dios y los discípulos lo siguen para colaborar con él.

Jesús sabe que no es así. Todavía les falta aprender algo muy importante. Es fácil confesar a Jesús con palabras, pero todavía no saben lo que significa seguirlo de cerca compartiendo su proyecto y su destino. Marcos dice que Jesús "empezó a instruirlos". No es una enseñanza más, sino algo fundamental que los discípulos tendrán que ir asimilando poco a poco.

Desde el principio les habla "con toda claridad". No les quiere ocultar nada. Tienen que saber que el sufrimiento lo acompañará siempre en su tarea de abrir caminos al reino de Dios. Al final, será condenado por los dirigentes religiosos y morirá ejecutado violentamente. Sólo al resucitar se verá que Dios está con él.

Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Su reacción es increíble. Toma a Jesús consigo y se lo lleva aparte para "increparlo". Había sido el primero en confesarlo como Mesías. Ahora es el primero en rechazarlo. Quiere hacer comprender a Jesús que lo que está diciendo es absurdo. No está dispuesto a que siga ese camino. Jesús ha de cambiar esa manera de pensar.

Jesús reacciona con una dureza desconocida. De pronto ve en Pedro los rasgos de Satanás, el tentador del desierto que busca apartar a las personas de la voluntad de Dios. Se vuelve de cara a los discípulos e increpa literalmente a Pedro con estas palabras:"Ponte detrás de mí, Satanás": vuelve a ocupar tu puesto de discípulo. Deja de tentarme. "Tú piensas como los hombres, no como Dios".

Luego llama a la gente y a sus discípulos para que escuchen bien sus palabras. Las repetirá en diversas ocasiones. No las han de olvidar jamás. "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga".

Seguir a Jesús no es obligatorio. Es una decisión libre de cada uno. Pero hemos de tomar en serio a Jesús. No bastan confesiones fáciles. Si queremos seguirlo en su tarea apasionante de hacer un mundo más humano, digno y dichoso, hemos de estar dispuestos a dos cosas.


Primero, renunciar a proyectos o planes que se oponen al reino de Dios. Segundo, aceptar los sufrimientos que nos pueden llegar por seguir a Jesús e identificarnos con su causa.


lunes, 17 de septiembre de 2012

LA OVEJA ROSA : "EL EVANGELIO ES GAY-FRIENDLY"

Un sacerdote británico se ha convertido en el conferencista sensación de prestigiadas universidades del mundo debido a su alborotadora teología de la liberación gay, que sostiene que cada que crucificamos a un individuo es como si estuviéramos crucificando de nuevo a Jesús. 

James Alison, asegura que al interior del Vaticano está tomando fuerza la aceptación de lo gay como una variante minoritaria no patológica. Esta es una conversación con "la oveja rosa" del rebaño católico.





James Alison me recibe en sandalias de plástico y una playera negra con la leyenda "sacerdote" impresa en los colores del arco iris que son, también, los colores de la diversidad sexual y el orgullo gay. Y ríe. Ríe cuando parodia el hablar afeminado de algunos obispos, a los que llama "señoras duquesas", que son ellos mismos gays de clóset pero que persiguen encarnizadamente a los homosexuales. Y se ríe de sí mismo cuando le cuento de un grupo de católicos mexicanos como Alejandro Solalinde, Raúl Vera, Javier Sicilia —a quienes he entrevistado en los últimos meses— que se han comprometido con la defensa de los derechos humanos en nuestro país, y a quienes defino como "ovejas negras" por su doble disidencia frente a la jerarquía eclesiástica y el Estado mexicano.

—Ahora vas a sumar una oveja rosa a tu lista de entrevistados —me dice de sí mismo, y ríe una vez más, mientras prepara un café. Conversamos en la sala de una casita de clase media en el sur de la ciudad, residencia de una pareja gay que hospedó unos días a Alison, durante una visita a México, invitado por la Universidad Iberoamericana para participar en un coloquio sobre la violencia contemporánea a la luz del pensamiento de René Girard, filósofo francés que propuso la teoría mimética, según la cual nuestros deseos como seres humanos se basan en la imitación de los deseos del resto de los integrantes de nuestra comunidad.

Girard añade que la violencia y el conflicto tienen su origen también en la imitación del deseo de dominación. Los seres humanos, continúa esta teoría, han contenido la violencia a través del mecanismo del chivo expiatorio, de la noción del otro, el maléfico, el que es distinto y puede ser culpado de nuestros problemas y así hemos formado comunidades por contraste entre buenos y malos y la noción dentro-fuera. De esta escuela de pensamiento participa James Alison.

Veo sonreír a James Alison, este sacerdote británico que aparenta unos 40 años de edad —en realidad tiene 52— y pienso en el largo camino de rupturas, pérdidas y hostigamientos que recorrió antes de acostumbrarse a burlarse de sí mismo y de la institución eclesial a la que pertenece. Hoy es uno de los teólogos más respetados en el mundo católico disidente —sus libros han sido traducidos a seis idiomas— pero la suya es una historia de conversiones, rebeliones y reinvenciones: criado en la línea más conservadora de la Iglesia anglicana, se convirtió al catolicismo; se asumió homosexual desde que entró como novicio con la Orden de Predicadores y ahora se aboca a la creación de una teología gay, que postula una fe más allá del resentimiento, y que se ha convertido en la principal orientación teológica para grupos de homosexuales católicos en diversos países, incluido México.


Este hombre fornido de un metro noventa de estatura nació en Londres en 1959, en una familia de la línea dura del anglicanismo. Su padre, Michael Alison, fue miembro del parlamento británico durante treinta y tres años y, durante una década, ocupó el puesto de parliamentary private secretary de la primera ministra Margaret Tatcher —el diputado que debía acompañar a la Dama de Hierro en todo momento dentro la Cámara de los Comunes—. Michael se hizo célebre como líder del sector conservador de la Iglesia de Inglaterra, y promovió a los evangelistas más radicales de los Estados Unidos, como Billy Graham y Charles Colson.
Su hijo James Alison, cuando apenas tenía doce años, se enamoró de un muchachito católico y heterosexual. James encontró una forma de cristianismo distinta a la que había conocido en su casa a través a través de aquel niño. "Asocié su calidez a su catolicismo… Suena extraño, porque la gente piensa que la Iglesia católica es lo más homofóbico que hay, pero si lo contrastas con el mundo evangélico de línea dura, la Iglesia católica es de una flexibilidad y holgura muy grande", me dice.
A los 18 años de edad dio los dos pasos más largos de su vida: se convirtió al catolicismo y salió del clóset. "Con mi papá nunca conseguí reponer las cosas. Se flexibilizó un poquito después de retirarse de la política, pero aquella mentalidad evangélica es bastante inflexible y la inflexibilidad es señal de fragilidad también. No sé qué fue más difícil para él, si hacerme católico o asumirme gay, y le cayeron las dos cosas al mismo tiempo. Él lo consideraba como cierta forma de traición, como si lo hubiera hecho deliberadamente para chingarlo", recuerda ahora el teólogo de la liberación gay.
Estudiante de español e historia en la universidad de Oxford, James Alison se sentía asfixiado en su país. Se inscribió en un programa de intercambio y a los 21 años llegó a México. Durante un año fue asistente de profesor en la Escuela Normal Superior, ubicada en la Ribera de San Cosme, en donde enseñaba inglés a los futuros maestros de lengua extranjera de nivel secundaria. El centro histórico de la Ciudad de México se convirtió en su barrio adoptivo y así conoció a los monjes dominicos del templo de Santo Domingo. 
Alison nunca ocultó su homosexualidad. En 1982, cuando entró al noviciado dominico, Juan Pablo II tenía apenas tres años como pontífice. La ola neoconservadora que imprimió el papa polaco a la Iglesia católica era aún incipiente y con tal de que guardara discreción su preferencia sexoafectiva no se consideraba un problema. James Alison regresó a Oxford a hacer los estudios sacerdotales de filosofía, y después su congregación lo envió a Brasil a estudiar teología, en donde se doctoró. Y aunque lo ordenó sacerdote el obispo de Portsmouth, Inglaterra, Crispian Hollis, regresó a Brasil a estudiar un doctorado y se dedicó a acompañar enfermos de sida, en la época en la que no existían aún antirretrovirales y 80% de los enfermos fallecían, en promedio, cinco meses después de que fueran diagnosticados.

El evangelio en clave gay

Alison ha aplicado el vislumbre girardiano a la interpretación del evangelio, lo que le ha permitido distanciarse de la lectura del Dios que manda a su hijo, el Cristo, al sacrificio para satisfacer su justa ira, una visión dominante en el mundo protestante y en algunos sectores del catolicismo. Para Alison, en cambio, la violencia de la crucifixión aparece como puramente humana.
Al dejarse sacrificar, Jesús exhibe la violencia de los humanos y ofrece su vida como una provocación para que esa misma violencia se supere. Jesús deja de ser el chivo expiatorio —que le daba estabilidad al pueblo de Judea— para convertirse en una denuncia de ese mecanismo de sacrificio del otro. La enseñanza que deja la crucifixión es que cada vez que crucifiquemos a alguien es posible que estemos sacrificando nuevamente a Cristo, dice Alison.
En la teoría girardiana, la existencia del chivo expiatorio impide, además, que se formulen preguntas científicas. Mientras tengamos brujas a quien echarle la culpa del granizo, jamás nos preguntaremos qué provoca que lluevan piedras de hielo. Por ello también Alison hace un llamado a evitar la actitud victimaria.
En su conferencia en la Universidad Iberoamericana del 28 de agosto pasado, Alison calificó a la auto-victimización como "un sentido chatarra". Los que se victimizan basan su reconocimiento en la violencia del otro, dijo. Y convocó por eso a construir un sentido que no dependa de la reactividad, que esté dispuesto a la pérdida de reputación y de la pertenencia. "Únicamente quien no tenga prisa para la sobrevivencia puede darse el lujo de habitar el tiempo de la indiferencia", dijo Alison.
—¿Qué te dice como teólogo el hecho de que Jesús haya incorporado a su grupo a los marginales de la sociedad como a los publicanos (recaudadores de impuestos), prostitutas y leprosos?  —le pregunto en una de nuestras conversaciones.
—Va de manera contraria a cualquier tentativa a crear un grupo de los buenospor contraste con los malos. En ese sentido el evangelio es evidentemente gay-friendly [amigable con los homosexuales]
—Has hablado de ir más allá del resentimiento para construir una teología gay.
—Ha sido mi experiencia personal, como de mucha gente, quedarse resentido y agobiado por actitudes de constante crítica y menosprecio frente al lenguaje hiriente de algunas autoridades eclesiásticas, que hablan de nuestros matrimonios como si fueran entre cucarachas. Una reacción muy común es el resentimiento y una enemistad obsesiva. El gran peligro del resentimiento hace que el obstáculo sustituya el proyecto. Y podemos quedarnos obcecados en el obstáculo y eso termina secando la imaginación. Si uno se deja definir por el mal que te hace, entonces vencen los que te quieren mal. Es dar hospedaje a tus enemigos. A ellos no les molesta pero a ti te hace sufrir. Me parece muy importante superar el resentimiento. 

Esta es parte de la entrevista realizada por EMILIANO RUÍZ

(Es interesante la línea de lectura exegético- hermenéutica del libro UNA FE MÁS ALLÁ DEL RESENTIMIENTO. Apropiarse de los textos Bíblicos y hacerlos parte de uno a veces ayuda a ver más claro a lo que uno está llamado. Esta es la propuesta de Alison en este libro.)
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jueves, 13 de septiembre de 2012

El Evangelio de Lucas según la Biblia Queer V

ACCIÓN COMPASIVA

Ungido con el Espíritu en su bautismo, Jesús comienza su ministerio profético, declarando que el versículo profético de Isaías 61.1, se ha cumplido hoy. Para Lucas, Dios lo ha ungido como un profeta carismático, para predicar la buena noticia a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos, traer recuperación de la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos, y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús rompe los límites sociales y físicos, para sanar y componer las vidas. Lucas destaca la compasión en el ministerio de Jesús. En el “Sermón en el Llano”, Jesús anuncia: “Sean compasivos como su Dios lo es” (6.36) Marcus Borg anota que “…el término compasivo tiene las connotaciones de alimentador, dador de vida, abrazador; quizás también sugiere sentimientos de ternura” (Borg 1984 (1998):102)

Jesús habla y vive la compasión de Dios, dirigiéndose a los pobres y los ricos de la misma manera, curando a los que sufren y creando una comunidad inclusiva. Las curaciones y exorcismos son importantes en el ministerio de Jesús. El Evangelio de Lucas destaca los sufrimientos de las personas que buscan curación. Tradicionalmente, Lucas fue considerado como médico, y esa impresión emerge del retrato que hace de Jesús, como un sanador compasivo; que cura a los enfermos y exorcisa a los poseídos. Para Lucas, Jesús restaura a aquellos que están enfermos y los incluye en una nueva sociedad: el reino de Dios. Como los enfermos no forman parte del reino de los sanos, deben ponerse aparte o excluirse. Jesús expresa la compasión de Dios para con aquellos que sufren físicamente, incluso desafiando las leyes del Sabbath, en cuanto a la curación de los enfermos (4.31-37; 6.6-11; 13.10-17; 14.1-6) Jesús argumenta que el Sabbath es un día de restauración y totalidad, y qué mejor día para curar y hacer que las personas estén completamente sanas. El Sabbath está hecho para mostrar la compasión de Dios.

Un paralelo entre las historias de curación de Jesús y los “queer” contemporáneos es el cambio de los cuerpos. ¿Por qué los cuerpos de los translesbigay provocan respuestas tan fóbicas? ¿Por qué los cuerpos enfermos en la Palestina del siglo I, provocaban respuestas tan fóbicas? En ambos casos, el miedo a la polución es sintomático de una sociedad ansiosa en cuento a los límites sociales. Cualquier cosa que cruce o rompa esos límites, es potencialmente peligroso y definitivamente contaminante de la sociedad, entonces y ahora.


El clima de las exclusiones de horrible tanto en el siglo I de Palestina como en las culturas contemporáneas. Esto es claro para muchas personas “queer” que han vivido las peores devastaciones de la pandemia VIH-SIDA. Comparemos la curación de los leprosos en Lucas (5.12-16; 17.11-19), con el siguiente relato de un joven portador de VIH:

“Un joven de Carolina del Norte pareció evaporarse hasta puro espíritu, mientras su cuerpo se marchitaba y su vista iba perdiéndose en una nube. En el último año de su vida, lo alimentaba su mamá, de mañana, al mediodía y de noche, alcanzándole el alimento desde su puerta trasera”(Brantley 1996: 217)

Jesús no dudó en tocar a los leprosos, mientras esta madre alimentaba a su hijo ciego desde la puerta, sin dejarlo entrar a la casa. Los códigos de pureza de los cristianos modernos son a menudo tan letales e inhumanos como los códigos antiguos. La víspera de Navidad, una rica iglesia Episcopal (muchas historias parecidas se encuentran en otras iglesias también) de San Luis, descubrió que un sacerdote, Carlos, tenía SIDA, cuando fue hospitalizado por una neumonía. Empacaron sus pertenencias y lo pusieron en la calle. Una comunidad de fe le dio la bienvenida a sus servicios de los viernes:

“Para los cristianos “queer”, el rostro de Dios se imagina en los muchos rostros de las personas que viven con VIH, dentro de su comunidad o fuera de ella…Ellos descubrieron a un Dios que está profundamente encarnado en su mundo social, un Dios que sufre cuando ellos sufren…Dios realmente sufre con las personas VIH, su enfermedad, y sus aflicciones sociales. (Goss 1993: 135)

La solidaridad compasiva de Dios con los enfermos y los poseídos, transgrede los límites físicos y sociales que los excluyen de la sociedad.

La antropóloga Mary Douglas argumenta que los mapas del cuerpo físico se repiten en el cuerpo social. Las normas que regulan y clasifican el cuerpo humano forman un microcosmos de los mapas normativos que gobiernan el cuerpo social (Douglas 1966; Neyrey 1991) Jesús se ocupó de los “moralmente impuros”, tanto como se ocupó de los físicamente impuros. Es tan flagrante con los códigos morales de pureza, como lo es con su transgresión física, tocando a los muertos y a los leprosos, y curando a una mujer que estaba menstruando. Comía con los sospechosos de inmorales: cobradores de impuestos, prostitutas y pecadores (5.27-32; 7.29-31; 15.1-2; 18.4-14; 19.1-10) Jesús fue un profeta “queer”, fuera de lugar, en su no adhesión a los códigos de santidad/pureza. Compasivo, dio la bienvenida a los excluidos del reino de Dios, proclamando que Él había dibujado nuevos mapas de pureza y santidad.

EVANGELIO DE LUCAS / Robert E. Goss, en The Queer Bible Commentary. Traducción: M.C.R.P.

Parte 4                                                                    Parte 6